El Ballet Clásico Nacional
Después de haber asistido el sábado -tarde y noche- a las representaciones del Ballet Clásico Nacional en el teatro de La Zarzuela, y si tuviese que votar al Ministerio de Cultura por la formación de dicha companía, lo haría así: dos votos positivos y uno negativo.1. Positivo: por su gran acierto al designar a Víctor Ullate como director. Sólo él, en estos momentos, se encuentra en condiciones de aceptar una responsabilidad semejante.
2. Positivo: por el rotundo triunfo obtenido. En efecto, ha sido muy grande, y me atrevo a decir que inesperado para la mayoría, incluyendo en ésta al propio Ministerio. ¿No es así?
Entonces se preguntarán: ¿por qué el negativo? Y aquí comienzan los interrogantes...
3. Negativo: ¿por qué no se preparó, a nivel informativo, debidamente al público y en su momento? No posteriormente, cuando ya sus actuaciones habían concluido.
Si se habla de estatutos -como ocurre en estos días-, los catalanes y los vascos tienen igualdad de oportunidad en el primer medio informativo del país: la televisión. Y me pregunto yo: ¿por qué no han hecho lo mismo con los dos ballets nacionales? ¿Cuál ha sido la causa de que ni la prensa, ni la radio, ni la televisión se hayan hecho eco de este acontecimiento artístico, del que todos los españoles deberíamos sentirnos orgullosos?
¿Por qué a un señor se le ofrecen tantos medios propagandísticos y a otro ninguno? ¿No hubiera sido conveniente que el señor Ullate hubiera dado una serie de explicaciones sobre la enorme labor que está realizando?
Tal vez de esta forma el público, en general, no se habría sentido tan sorprendido al contemplar su espectáculo...
Sabemos que la mayoría de las personas en España siguen pensando que ballet clásico es sinónimo de Giselle, La Sylphide, El lago de los cisnes, etcétera.
Sí, ya lo sé: una vez entrevistaron a Carmen Roche -directora adjunta y maestra del ballet- en televisión, pero eso fue -me hace recordar el comienzo de los viejos cuentos- «hace mucho tiempo».
Tenían que haber aireado la presentación del Ballet Nacional (me refiero al clásico) a su debido tiempo. ¿Por qué ese silencio? ¿No tenían confianza en él después del fantástico éxito alcanzado en Zaragoza? Y, aunque así no hubiese pasado, ¿dónde está la tan cacareada igualdad de oportunidades, en todo, entre ambos ballets?
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