Suspendido el juicio contra las mujeres acusadas de aborto
El juicio previsto para ayer en Bilbao contra las once mujeres acusadas de haber realizado prácticas abortivas, fue suspendido por el presidente del tribunal, Mariano Vivar, a los pocos minutos de su comienzo. El motivo era la incomparecencia de una de las procesadas. Poco después se sucedieron en Bilbao una serie de manifestaciones de protesta por parte de las feministas, los abogados y los representantes políticos, al mismo tiempo que los partidos mayoritarios de izquierda (PSOE y PCE) se apresuraban a anunciar, en sendas conferencias de prensa, su sorpresa ante la magnitud de la sensibilidad popular despertada alrededor del juicio de Bilbao, y la reconsideración de sus posturas políticas. Ambos manifestaron el propósito de acelerar las acciones que tenían previstas en torno a la legalización del aborto a más largo plazo. A última hora de la tarde se convocó una manifestación.
El juicio comenzó pasadas las once de la mañana. Nada más entrar en la sala, se produjo el primer incidente. El presidente del tribunal negó la entrada a los representantes de los colegios de abogados de Suiza, Francia, Italia, Madrid y Barcelona, desplazados expresamente a Bilbao para asistir como observadores. Tampoco permitió el paso de los peritos citados a declarar por la defensa (un biólogo, dos médicos, un psiquíatra y un sociólogo) ni a las representaciones parlamentarias del PCE (la diputada catalana Eulalia Vintro), y del PSOE, los diputados Ciriaco de Vicente, Elena Vázquez, Luis Gómez Llorente, Txiki Benegas y José Antonio Maturana.Nada más constituirse la sala, el presidente del tribunal suspendió la vista ante la incomparecencia de una de las acusadas. Dicho esto, se abrieron las puertas (antes de dar la orden de despejar la sala), y las personas a las que minutos antes se les prohibió la entrada pudieron ahora ocupar los bancos destinados al público. Una abogada representante de la Asamblea de Mujeres de Vizcaya y la también abogada Cristina Alberdi entregaron al señor Vivar un escrito en el que 25.000 mujeres se declaraban partidarias del aborto y solicitaban la amnistía para las once procesadas. Según su testimonio posterior, el magistrado rechazó el documento, «de muy malos modos».
La defensa comenzó entonces el turno de protestas, tanto por la suspensión como por el hecho de celebrarse el juicio a estricta puerta cerrada. Sus argumentos fueron los adelantados ayer por EL PAIS: legalmente es irreprochable la suspensión, pero se podía haber evitado que la ausencia de una de ellas fuese impedimento legal para detener el proceso. Por toda respuesta, el magistrado repitió la orden de suspensión, y esta vez sí mandó despejarla sala.
Tras una improvisada asamblea, se decidió encabezar una manifestación hasta la notaría más próxima al edificio del Palacio de Justicia, donde se entregaría un documento alusivo a la indignación por la suspensión del juicio, por la prohibición inicial del magistrado de que asistieran al acto y por la presencia de la Policía Nacional en el interior de la sala.
En el banquillo de las acusadas había, en realidad, dos ausencias: la ya prevista, que originó la suspensión, y otra accidental: la mujer que no llegó a abortar, pero a la que igualmente se le pedían seis meses y un día por el intento. Esta se presentó con su hijo de cuatro años en el juicio, lo que originó un forcejeo entre los vigilantes, empeñados enque el niño no podía entrar. Estando en plena discusión llegó la noticia de que el juicio ya había terminado. Las diez mujeres, las verdaderas perjudicadas en la suspensión, estaban a la salida completamente desmoralizadas. Ellas querían a toda costa pasar el trago y almacenarlo en el recuerdo de las pesadillas, y se negaban a continuar más días sometidas a un tremendo ritmo de tensión y de nervios. Al oír los gritos que llegaban desde la calle, se asomaron a las ventanas. Allí abajo, unas mil personas somnolientas (muy pocas horas se durmió en Bilbao la noche del referéndum) se habían concentrado para pedir su absolución. Según testimonio de los abogados, las mujeres rompieron a llorar por la tensión acumulada y la emoción de sentirse respaldadas por tantas mujeres.
Aún no eran las doce cuando una columna de 3.000 personas, encabezada por los abogados, se dirigía hasta la notaría. Ya en las puertas del despacho del notario señor González del Valle, la policía formó una compacta barrera con sus vehículos para impedir el paso. Por lo visto, había orden tajante de que no se dejase avanzar a los manifestantes hasta el edificio del Gobierno Civil, casualmente situado a pocos metros de allí. Los manifestantes a un lado, coreando consignas en favor del aborto, y la policía enfrente, esperando, se mantuvieron una media hora. Uno de los abogados solicitó la disolución de la marcha, que se disolvió con incidentes, por la actuación de las Fuerzas de Orden Público.
A primeras horas de la tarde, los parlamentarios del PSOE explicaban a los periodistas que, en un principio, la postura de los socialistas de Euskadi había sido de abstenerse a la hora de apoyar desde los municipios las mociones feministas en favor de las mujeres procesadas y del derecho al aborto, pero, ante la «enorme presión popular», dijeron, se cambiaron los postulados y ahora el PSOE se definía, sin ambigüedades, partidario de la regulación del aborto (para cuya redacción ya se ha comenzado el estudio) y anunciaba la puesta en marcha desde los ayuntamientos y diputaciones de una campaña preventiva: apertura de centros de información y planificación familiar.
Luis Gómez Llorente y Ciriaco de Vicente resumieron así su presencia en el juicio de Bilbao: «Hay que derrotar el modo burgués de actuación en estos casos. Primero intentan silenciar un hecho que existe. Nadie pronuncia abiertamente la palabra aborto. Después, cuando un grupo levanta la voz, se intenta marginarlo: "No; si, total, son cuatro locas. Las de siempre." Bueno, pues nuestra presencia aquí significa: en absoluto señores; las de siempre, los miles y miles de mujeres que han apoyado la campaña y los representantes de la segunda gran fuerza política del país.»
En términos similares se pronunciaron los portavoces comunistas.
Las representantes de la Asamblea de Mujeres de Vizcaya, por su parte, anunciaban que, «hace un año, en Santurce fueron condenadas nueve mujeres por haber abortado; ahora no sólo no se han atrevido a condenar a las de Basauri, sino que ni siquiera las han juzgado. Esto ha sido una enorme victoria del movimiento feminista».
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