Denuncian la acción de la policía contra las mujeres
Quisiera completar, con mi testimonio personal, la información que su diario publicó el domingo 21 sobre la actuación de la fuerza pública, al desalojar a las mujeres que participamos, el día anterior, en un acto de solidaridad con las mujeres que van a ser juzgadas, en Bilbao, el día 26 de este mes.Puedo confirmar, desde luego, que la Policía Nacional irrumpió en el lugar donde estábamos retenidas sin previo aviso; que ninguno de sus miembros nos pidió y nos dio un tiempo para desalojar el edificio voluntariamente y que, desde el primer momento, utilizaron con brutalidad sus porras, incluso contra las cabezas de las mujeres allí presentes, al mismo tiempo que nos insultaban.
Fuera ya del edificio, los «porrazos» continuaron. A mí, concretamente, cuando me encontraba sola, en la esquina de Marqués de la Ensenada con Bárbara de Braganza, sin alterar en absoluto el orden público y dialogando con tranquilidad con varios policías nacionales que estaban allí, diciéndoles que debían respetar los derechos de los ciudadanos y que no tenía sentido que actuaran más brutalmente que durante el franquismo, así como que los responsables que estaban en los despachos de los ministerios deberían ser puntualmente informados de lo ocurrido, un policía nacional de cierta edad, pelo canoso, bastante fuerte, al que podría reconocer perfectamente, me propinó seis o siete «porrazos» mientras me llamaba «puta» varias veces.
En la casa de socorro del distrito de Chamberí, donde me reconocieron al día siguiente, me apreciaron «esquimosis en banda en los dos glúteos y hematoma en la parte posterior del muslo derecho» (el hematoma, añado yo, tiene quince centímetros de diámetro). Con dicha certificación he presentado denuncia en la comisaría de la calle de la Luna, por malos tratos de un policía nacional.
Aunque es verdad que todos los representantes de la fuerza pública no tuvieron la misma actitud, creo que la persona que los dirigía o que les había ordenado desalojar había tenido, forzosamente, que indicarles previamente que, dada nuestra peligrosidad, era necesario utiliza contra nosotras mano dura. No sé, claro está, quién sería esa persona, pero al Gobierno en su conjunto y a los señores Ibáñez Freire y Rosón, en este caso, les corresponde la responsabilidad de la actuación de los representantes de la autoridad, que siguen comportándose como bajo la dictadura.
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