Enfrentamientos en el seno de UCD por el proyecto de ley de divorcio
El diputado de UCD por Ciudad Real Manuel Díaz-Pinés publicó ayer, en el diario Abc de Madrid, un artículo contra el proyecto de ley de divorcio que está elaborando su partido. El señor Díaz-Pinés considera que «la ley de divorcio llevará firma democristiana (ley o reforma Cavero) y nacerá del seno de UCD con el protagonismo de un sector de la DC que cree así cumplir con su lema de «servir a la Iglesia como la Iglesia quiere ser servida», por indicación de algunas voces clericales. Voces que puede que sean tan sólo las de consiliarios o teólogos particulares, lentos de oído para los sones que llegan de Roma».El diputado antidivorcista recuerda «a quienes, desde UCD, digan que el divorcio iba en nuestro programa electoral» que «el artículo 14 de nuestros estatutos señala como único programa el aprobado en el congreso de UCD. Y allí no se aprobó lo que sí venía en unos manuales de mítines que, lejos de ser una «síntesis del programa aprobado en el congreso», tenían, sencillamente, un añadido espúreo, porque el programa aprobado «es vinculante para todos los afiliados y órganos del partido».
Las opiniones del diputado de UCD por Ciudad Real se inscriben en los forcejeos que se están desarrollando en el seno del partido gubernamental y entre éste y la Iglesia católica. Los sectores vinculados al Opus Dei dentro del partido del Gobierno están intentando que la ley de divorcio que se pretende no salga adelante, hasta el punto de que Antonio Fontán, ministro para la Administración Territorial, ha llegado a afirmar que, por tratarse de un tema de conciencia, pedirá a su partido que deje votar libremente a sus parlamentarios. Este sector del Gobierno estaría intentando presionar a la Iglesia católica para que tomara una postura firme a través del cardenal primado de España, Marcelo González, de conocida ideología conservadora.
Los sectores democristianos de UCD, padres del proyecto de ley, ya que éste está presentado por Iñigo Cavero, ministro de Justicia, intentan, lógicamente, que el texto prospere, hasta el punto de que han asombrado con sus intenciones al ala menos regresiva y más aconfesional del partido del Gobierno. La afirmación del señor Cavero de que el divorcio es cosa del Estado y no hay que consultarla con la Iglesia iría encaminada a obviar los contactos con la jerarquía eclesiástica, la cual, a su vez, está atenta, en este sentido, a las directrices que puedan llegar del Vaticano.
En la última reunión de la comisión permanente del Episcopado, los obispos afirmaron que no habían tratado el tema del divorcio y que ignoraban que estuviera habiendo contactos institucionales entre la Iglesia y el Gobierno. En este sentido, aunque hilando más fino, se pronunció el miércoles por la noche, a su llegada de Roma, el arzobispo de Madrid, cardenal Tarancón, considerado dentro del ala más comprensiva en el tema del divorcio. Monseñor Tarancón, que venía de asistir a la beatificación del padre español Enrique de Ossó, afirmó que no conoce el proyecto de ley de divorcio que prepara el Gobierno, aunque «me han hablado de él y me han dicho, poco más o menos, las características que tiene», y negó que hubiera tratado el tema con el Papa o las autoridades del Vaticano.
El arzobispo de Madrid dijo que los obispos españoles no han tomado postura sobre el proyecto de ley de divorcio, y reconoció que han de estar atentos a lo que diga la Santa Sede, pero añadió que «no es menos cierto que nosotros hemos de reflexionar en la Conferencia Episcopal sobre lo que conviene hacer».
Pastoral del obispo de Orense
En una línea de frontal oposición al divorcio, sin esperar a la decisión colegiada a la que aludía monseñor Tarancón, ha publicado su última pastoral el obispo de Orense, monseñor Temiño. En su carta con motivo del día del Papa, justifica como de origen divino e igual a la ley natural la indisolubilidad del matrimonio y dice que «oponerse a esta indisolubilidad sólo puede acarrear desórdenes en la sociedad». Monseñor Temiño muestra su entusiasmo por el actual Pontífice y sus enseñanzas, singularmente por aquellas que proscriben el divorcio, el aborto y los anticonceptivos, y avisa que «el Papa y la Iglesia están hoy fuertemente zarandeados por Satanás, que va sembrando desconcierto por doquier, lo mismo en el campo doctrinal que en el moral».
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