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Volcker estima que las restricciones monetarias acabarán a primeros de 1980

Los presidentes de los bancos centrales de Estados Unidos y la República Federal de Alemania, Paul Volcker y Otmar Emminger, han coincidido, en sendas declaraciones, en la necesidad de mantener a toda costa una política de estabilidad monetaria, como condición sine quan non para controlar la inflación y mantener la buena salud de economía occidental. El norteamericano, sin embargo, adelantó el lunes ante el Congreso de su país que los tipos de interés, al nivel récord del 14,50% en estos momentos, pueden declinar a primeros de año.

La coincidencia en la necesidad de una política restrictiva sobre la circulación monetaria, que fue quizá uno de los acuerdos básicos de las conversaciones germano-norteamericanas previas a la reunión anual del FMI en Belgrado a primeros de octubre, está orientada, en palabras de Emminger, ante la Asociación de Comercio e Industria de la RFA, a provocar la llegada de la esperada recesión cuanto antes.Aunque esta política parece especialmente arriesgada, en vista de los continuos declives en los mercados de valores y en el de los eurobonos, el presidente del banco emisor alemán señaló que éste es el único camino acertado para controlar las tensiones y presiones inflacionistas. Emminger insistió, no obstante, que la economía alemana crecerá en 1980 un 3%, tal como había previsto el Gobierno federal.

Por su lado, Paul Volcker, en testimonio ante el comité bancario del Senado norteamericano, señaló que la economía estadounidense también experimentará un sensible crecimiento en el tercer trimestre del año en curso, pero insistió que la meta de las últimas medidas de su banco en el terreno monetario es controlar la inflación, que está creciendo a un ritmo anual del 14%.

El presidente de la Reserva Federal norteamericana adelantó que la economía estadounidense crecerá a un ritmo anual de un 1,4% en el tercer trimestre del año, con lo cual el Fed se verá en la necesidad de mantener restringido el crecimiento de la liquidez monetaria y el crédito de forma indefinida.

No obstante, el presidente del banco central estadounidense indicó, por vez primera, que las restricciones impuestas en los tipos de interés podrían levantarse en un plazo relativamente corto, si tanto la inflación como la actividad económica ceden en sus actuales niveles de Crecimiento.

Si esto sucede, insistió Volcker, el Fed «podría dar la vuelta a su actual política». Hice tan sólo diez días, el pasado 6 de octubre, el Fed anunció un paquete de medidas, que incluía la subida al 12% de la tasa de descuento; la imposición de un 8% de depósito obligatorio en todas las transaciones bancarias privadas en el euromercado, y el inicio de una política crediticia a largo plazo, por parte de las siete afiliadas del Fed en Estados Unidos.

Por su lado, el presidente del banco central alemán coincidió, no por casualidad, en la misma línea de pensamiento que su colega norteamericano. Emminger aventuró que la economía alemana estaba entrando en una «fase crítica», en su esfuerzo por controlar la inflación. Por vez primera en muchos años, la oficina de estadística alemana reveló, el lunes, que el índice de precios al por mayor había registrado en septiembre un incremento, en base anual, del 9,6%.

Otmar Emminger confirmó que la culpa de este aumento de la inflación germana se debía, fundamentalmente, a «razones externas», y la causa había que encontrarla, concretamente, en los esfuerzos alemanes para mantener la estabilidad del dólar.

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