A toda plana,
en largo encabezamiento, que ocupa casi toda la página diecinueve del número de EL PAIS del día 9 de los corrientes, en artículo muy documentado, y firmado por Carlos Bellver, se escribe:«El Ayuntamiento no puede embargar el coche». Magnífico, señor Beliver, así se entorpece la labor recaudatoria del Ayuntamiento de Madrid, al mismo tiempo que se tranquiliza la conciencia de los morosos y vivan felices y despreocupados.
Ni cobranza de multas por vía ejecutiva ni posible embargo del coche por contumacia incívica del impago de denuncias de la Policía Municipal de Tráfico.
Si libremente se saltan semáforos, pasos de «cebra», ocupan las aceras, bloquean las bocacalles, y el indefenso peatón se ve obligado a salir a la calzada a jugarse el tipo, eso qué importa, uno menos. A calar, el automóvil y sus derechos son sagrados.
Las multas son totalmente inoperantes. Los ayuntamientos parece ser -según los doctos- no tienen fuerza legal para ello. Si lo dudan, señores del volante, consulten la asesoría jurídica y gratuita del señor Bellver en EL PAIS. Periódico que, por otra parte, es de toda mi simpatía y cariño desde el primer número.
No a todas las personas los ayuntamientos de mayoría de izquierdas le son simpáticos. Hay que escudriñar con el máximo cuidado y atención leyes, códigos, ordenanzas etcétera, para colocar en su camino chinitas o pedruscos, en el hacer diario, honesto e inteligente de alcaldes y ediles, socialistas o comunistas, para intentar entorpecer su labor.
Como uno más entre los millones de ciudadanos de a pie de este país que no hemos caído en la trampa franco-burguesa-capitalista del cochecito para todo.
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