Cuestión de Estado
Allá a mediados de julio, Jaime de Urzaiz, que lleva una cosa de Cultura en la Cultura de la cosa, me invió a presentar en Marbella la exposición de un pintor cuyo nombre no doy por no enredarlo en esta antiestética cuestión de Estado, y yo dije que bueno, sí, vale. Luego me entró la fiebre faringítica (millones de estafilococos, acaba de decirme el gran doctor Olaizola) y me he pasado el verano entreasado a la parrilla leve de las décimas. O sea que no pude ir a Marbella y así lo comuniqué por telegrama a varios interesados, incluido Jaime de Urzaiz, que fue el último en enterarse, quizá porque no iba demasiado por el despacho y los telegramas se le dormían en su propio azul.Renaciente apenas de mi interior barbacoa febril y decimal, recibo hoy carta de Urzaiz reclamándome el billete de avión Madrid/Málaga, que efectivamente está ya en el correo, camino de su despacho. Toda una cuestión de Estado, como ven. Con Franco, a un escritor no le pasaban estas cosas ni le reclamaban los billetes no volados, pero como Urzáiz es caballero y me sorprende su conducta de comisario del pueblo, la he encuadrado en seguida en el contexto político/económico del momento: se trata de ahorrar, de no derrochar, Abril Martorell y Ferrer Salat han tenido univitelinos, los recién nacidos aún respiran en el pulmón artificial de la CEOE y aunque yo pueda ir y venir a Marbella siempre que quiera, España no puede. Geles Homedo, que es rica en sentimientos y en cerillas, me ha pasado este verano la nueva serie de cajas (yo no fumo) en que por el anverso se nos reclama la atención con una viñeta al efecto y por el reverso se nos recomienda cerrar los grifos, no malgastar gasolina en las caravanas/retorno y otras fórmulas de ahorro gota a gota.
-No es por desilusionarte Geles, amor, pero en tu colección te falta un consejo para yates.
Porque de yates no dice nada el Centro ese de Energía de la cosa, autor de la campaña. Y yo no digo que mi barca sea la mejor del puerto, pero sí digo que tiene los mejores movimientos que ninguna barca tiene, y quítate del sol que te quema la cara, porque este verano he visto los yates de los que tienen yates, empezando por el del convicto, confeso y arruinado Vilá Reyes, y me ha parecido que el yate de Onassis, al lado del de este opusdeísta se quedaba en una chalupa de piel roja.
Lo cual que, navegando con el Opus Dei en mi última crónica de julio, me ha llegado carta de Nivardo Pina, de La Coruña, interesándose mucho por Los hijos del padre, de Moncada (envíale un ejemplar, Alberto), así como otra del director general de Teatro y Espectáculos, Alberto de la Hera, que se confiesa Opus y me manifiesta educadamente su indignación por mi crónica sobre el Lourdes de Basbastro, que hace los milagros a distancia, en las cuevas y sótanos de los bancos. Imposible resumir todo lo que me han escrito sobre el Opus, mas espero que el Estado le lleve las cuentas del derroche/yate a Vilá Reyes con la misma minuciosidad, con el mismo puntillismo económico y patriótico con que Urzáiz me lleva a mí las de Iberia, los vuelos que no vuelo y, las Marbellas que no visito, y de las que sólo me ha llegado, este verano, carta de Pitita y, carta de Jesús Aguirre que bien valen por el viaje no hecho y el ahorro al Tesoro, al Plan Energético, a lo que sea.
Alfonso S. Palomares acaba de publicar El socialismo y la polémica marxista. Ha tenido el acierto poético de subtitularlo La sal, el fuego y la rosa. Con la sal avinagrada de Abril, el fuego lento de Ferrer y la rosa de Felipe vamos a hacer una España a la barbacoa y a deshacer la pre/reforma de Paco Ordoñez, que, fracasado en su educada revolución fiscal, se ha pasado el verano, según me escribe, leyendo mi Diario de un escritor burgués. Burgués y buen ciudadano, contribuyó alegre a la campaña de ahorro nacional devolviéndole a Urzaiz el billete Iberia que no usé. Como no fumo ni uso cerillas, no me había enterado de que hay que ahorrar y cualquier día le hubiese, dado el billete a un pobre para que se fuese a Marbella, al yate de Vilá Reyes, a pedirle limosna en nombre de Gil Robles.
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