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Reportaje:El resurgir de los nacionalismos en Francia / 7

El País Vasco francés, en la órbita de Euskadi sur

El País Vasco francés se añade hoy a la serie que EL PAÍS está dedicando al estudio del despertar de los nacionalismos franceses. Poblado por menos de 250.000 habitantes, separado por el Bidasoa del País Vasco español, Euskadi norte ha reanudado recientemente la lucha por su identidad propia. Esto, unido a sus condicionamientos socioeconómicos (agricultura, turismo, emigración), hace que el progreso de la toma de conciencia esté supeditado, en gran parte, a la evolución de Euskadi sur, tal como lo expone nuestro corresponsal en París, , que ha viajado por todo el País Vasco francés.

En Hendaya, el domingo último, a pocos metros de la actual frontera franco-española, el periodista interroga a un peatón: «¿Es la iglesia de Hendaya aquella que se ve al fondo?» «Perdone, pero está usted un poco despistado», responde el muchacho de veinte y pocos años, «ésa es la iglesia de Fuenterrabía.»«Es verdad, perdone, aquello ya es España.» «No», salta el hombre, casi rabioso, «aquello y esto es Euskadi, pero unos cuantos "cabrones" han plantado ahí ese "muro de la vergüenza" que es el Bidasoa.»

«Somos minoritarios, pero no marginales, como quieren hacer creer los responsables del Estado francés», reivindica un militante abertzale, que subraya: «abertzale y no nacionalista, porque los nacionalistas pueden ser de derechas y no independentistas.» Este mismo militante estima que de los 250.000 habitantes de Euskadi norte, un 10% han sido ya motivados «por la lucha que, a largo plazo, conducirá a la unificación de los dos países vascos y a la independencia». Otro simpatizante abertzale reconoce: «La cuestión de fondo es de orden psicológico: los vascos del Norte aún no tienen bastante conciencia de su identidad propia y de la necesidad de defenderla y desarrollarla.»

Minoría insignificante

Un funcionario del Ministerio de Asuntos Exteriores nos informa: «En las elecciones locales, los nacionalistas han conseguido entre el 3 % y el 4%, pero todos estos movimientos son insignificantes.» Jacques Abeberri, financiero en Bayona, ideólogo del movimiento Enbata, explica esta cuestión más ampliamente: «En Euskadi norte no existe tradición de lucha por el patriotismo vasco, como en el sur. A partir de la revolución francesa, todo ha sido ahogado por el falso mito de «la Francia eterna», por la «grandeur de la France». Fue en 1914 cuando, por primera vez, los franceses afrancesaron el país: al final de esta contienda mundial (1914-1918), en la que los vascos lucharon por Francia, entregándole al Estado sus vidas, o sus brazos, o sus familiares y, en consecuencia, se convirtieron en antiguos combatientes o en beneficiarios de pensiones y de medallas, el pueblo vasco acabó de alienarse. Después, los centralistas, la lengua dominante, la estrategia económica colonialista, redondearon la labor.

¿Existe un inicio de conciencia ción generalizada? En el medio abertzale (abarca a todos los grupos y movimientos patriotas), la respuesta es rotunda y positiva. Y los razonamientos son semejantes y se refieren todos a los ejemplos que de pocos años a esta parte ofrece la práctica, «porque las elecciones», dice el señor Abeberri, «no son significativas. Los debates a nivel de Estado francés no nos conciernen. La audiencia creciente del hecho nacional vasco se puede observar más exactamente cuando se plantean problemas de actualidad específicamente nuestros».

Un ejemplo lo ofrecen las ikastolas, inexistentes hace diez años por oposición de París y que acogen en el momento actual a unos seiscientos niños. El euskera, la lengua vasca, se calcula que la hablan unas 80.000 personas. «Estas escuelas se autofinancian; París prohíbe las manifestaciones destinadas a conseguir fondos, como ocurrió con el partido Nantes-San Sebastián, anulado el pasado agosto y, sin embargo, cuando se han intentado obstaculizar oficialmente se han manifestado hasta 5.000 personas para protestar. Este elemento del renacimiento lingüístico es esencial, pues ya se sabe que la pérdida de la autonomía política, a lo largo de la historia, se ha acompañado siempre de la decadencia o desaparición de la lengua. Por el contrario, también se observa a lo largo de la historia que la lengua es un elemento determinante del renacimiento de la conciencia histórica nacionalista. »

«Pero desde todos los puntos de vista, el caso del País Vasco del Norte puede aparecer como el apéndice de una cuestión que se plantea, antes de nada, en un Estado limítrofe, en España concretamente. La lucha armada desencadenada por ETA en las provincias vascas del Sur parece confirmar esta impresión.

Ayuda a los refugiados

El movimiento vasco del Norte centra su acción, sobre todo, no en reivindicaciones propias al Estado francés, sino en la ayuda a los combatientes del sur, como la defensa de los refugiados políticos.» Esta apreciación de Daniel Chatelain y Pierre Tafani, especialistas del autonomismo en Francia, aunque con matices, es compartida por todos los movimientos de Euskadi norte. «La evolución de la toma de conciencia aquí depende mucho de lo que ocurra en Euskadi sur. El Estatuto de Autonomía no conviene a nuestros principios, pero es una etapa que mostrará que existe un Gobierno, que existe una bandera», estima Coco Abeberri, abogado defensor de los refugiados y causas vascos. «La autonomía en el sur favorecerá el dinamismo aquí, y de esto se dan cuenta hasta los ajenos a nuestra lucha», nos repiten en Bayona, en San Juan de Luz, en todos los pueblos y villas quienes simpatizanó militan. Y el tema de la defensa de los refugiados políticos de Euskadi sur, en efecto, se presenta como la demostración de que la reunificación y la independencia para los vascos del Norte será acelerada o frenada por lo que ocurra en el Sur.

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