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Hablaban con Venezuela por un teléfono conectado a una cabina

Los cubanos Enrique Laurido Riquelme, Angel de Jesús Agramonte Alvarez y Armando Rodríguez Amaya fueron sorprendidos por la dotación de un coche policial, en la calle de Seseña, cuando trataban de telefonear gratuitamente a Venezuela desde una cabina pública, con ayuda de un microteléfono portátil y un cable, según informaciones facilitadas posteriormente a EL PAIS por Mariano Llorca, subdelegado de la Compañía Telefónica Nacional en la provincia de Madrid. Dicho fraude es muy común entre grupos de residentes latinoamericanos y generalmente se pone en práctica en el barrio de Argüelles.

«Todos los indicios hacen pensar que estos grupos de hispanoamericanos están perfectamente organizados. En algunos casos, en que los fraudes de este tipo se cometen son visibles las colas junto a determinadas cabinas habilitadas para conferencias internacionales. Y actualmente sólo hay dos medios de combatirlo: con la vigilancia policial y con la propia vigilancia de los equipos de la Telefónica.» Hasta el momento no se ha hecho ninguna evaluación de la cuantía de la estafa perpetrada por estos grupos, si bien «puede ser alta, dado el elevado coste de las conversaciones telefónicas con países americanos».La lucha contra estos delitos se ve complicada por una circunstancia: «Los usuarios de esas cabinas públicas siempre actúan de madrugada, dada la favorable compensación que producen las diferencias horarias entre España y América. Si telefonean a las dos de la madrugada, hora española, en América les responden a media tarde, hora americana.» A pesar de las dificultades, la Compañía Telefónica tiene en preparación un plan que incluye el uso de sofisticados sistemas electrónicos que faciliten la detección de estos delitos. «Hemos llegado a recibir, de un vecino del barrio de Argüelles, la petición de que una cabina sea trasladada a otra parte.»

Hace algún tiempo, un periódico brasileño recogía una extraña denuncia, que afectaba a varias cabinas telefónicas parisienses: ciertas cabinas, que podían ser utilizadas de modo gratuito, en razón de sus aparentes averías, estaban intervenidas por la policía, en un intento de controlar las actividades de los exiliados americanos en aquella ciudad. «Nosotros, como portavoces de la Compañía Telefónica Nacional de España, estamos en condiciones de asegurar que nadie ejerce una labor de intervención y control de conversación telefónica alguna; todas las comunicaciones son secretas. Nosotros no podemos participar en la intervención de un teléfono, si no es por expresa orden de un juez», aseguró el subdelegado provincial de la Compañía Telefónica Nacional de España a EL PAIS.

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