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Reportaje:El resurgir de los nacionalismos en Francia/ 3

La lucha nacionalista corsa no ha obtenido resultados tangibles

Córcega, la «isla de la belleza», donde desde principios de los años setenta despierta una fuerte aspiración nacionalista, que pretende recobrar la identidad perdida tras dos años de «colonización» francesa. En el capítulo publicado ayer, los nacionalistas moderados, que sólo reivindican una amplia autonomía, tuvieron la palabra a través de su principal líder, el doctor Edmond Simeoni, que dirige la Unión del Pueblo Corso. Hoy, el corresponsal de EL PAIS en París, , que viajó varios días por la isla, narra la lucha de los nacionalistas extremistas, los que, practican la violencia y reivindican la independencia, y recoge también la opinión de la máxima autoridad de la isla, el prefecto del departamento de Córcega.

«Para los autonomistas corsos, las cosas están claras y oscuras, al mismo tiempo», explica un colaborador íntimo del doctor Simeoni.«El colonialismo francés no reparará en medios para rematar su guerra demográfica contra el pueblo corso. Por un lado se favorece el exilio de los jóvenes, por falta de formación profesional, por falta de universidad, por falta de empleos. Por otro lado, la mala voluntad de no pocos patronos y de la Administración obstaculiza el regresó de los emigrados, mientras que se potencia la inmigración planificada de franceses o extranjeros. En resumen, nosotros nos sabemos portadores del porvenir, pero en estas condiciones, ¿cómo acelerar la autonomía antes de ser devorados por la "marea negra" humana con la que nos amenaza el colono francés?» Aquí es donde entra en juego el otro vector de la lucha contra el poder central parisiense: el Fronte di Liberazione Nazionale di a Córsica, o Frente de Liberación Nacional Corso (FLNC), movimiento clandestino de lucha armada, independentista, radical partidario de una Córcega libre y socialista. Sin embargo, el origen de las bombas independentistas es equívoco, porque con el tiempo la violencia extremista de izquierdas ha encontrado una respuesta por parte de los barbouzes, hombres de fuerzas misteriosas denunciadas mil veces al día por cada interlocutor. Con esta salvedad, he aquí el balance: 111 atentados en 1974, 226 en 1975, 298 en 1976, 258 en 1977, 247 en 1978, y en los cinco meses primeros del año en curso, 217 atentados.

El «golpe» de Aleria, seguido del proceso y encarcelamiento de Edmund Simeoni, representó un hito en la historia de la lucha autonomista por la defensa de la identidad corsa. Después del traumatismo provocado por la represión de París, sus iniciativas equívocas a favor de la isla provocaron el bache que ahora los autonomistas de la UPC intentan superar, «aunque la lucha sea larga, con lucidez, con fe, hasta la muerte».

Paralelamente, después de tres años de una mejora de las relaciones entre Córcega y París, el proceso del pasado mes de junio contra los veintiún miembros del FLNC por el Tribunal de Seguridad del Estado parece marcar otro momento histórico de esta vertiente independentista: el silencio expectante. Tras las duras condenas (de seis a trece años de prisión) contra «jóvenes que practican la violencia, pero que no han matado nunca», cada cual en Córcega esperaba una reacción consecuente. Pero nada: ni bombas ni atentados. ¿Ha desaparecido el FLNC? ¿En dónde está? ¿Qué va a hacer? A lo largo de cuatro días, en Ajaccio, en Bastia, en Corte, en cinco ciudades o pueblos diferentes, estas preguntas las han balbucido ante nosotros docenas de labios. «¿Dónde están?» Por fin, un nacionalista de Bastia promete: «Será posible verlos mañana.» Pero media hora más tarde rectifica: «No quieren saber nada, es imposible en estos momentos.»

Bastia, las once de la noche, plaza de San Nicolás, centro insustituible, indica nuestro «guía», que explica: «En este café están las "gentes bien"; en el que sigue, los nacionalistas y los gaullistas, y en la esquina de la plaza encontraremos a los jóvenes». Los jóvenes son los presuntos nacionalistas independentistas o simpatizantes, o jóvenes simplemente, hombres, mujeres. Cerveza, café, ráfagas de aire fresco regaladas por el mar colindante, interés por lo que va a hacer ETA militar en el País Vasco. ¿Y el Frente?

Aquí, en Córcega, nunca los simpatizantes hablan del FLNC, sino del «Freiite», sin más. «Es una pregunta que se impone en estos momentos: saber lo que va a hacer el Frente», responde un contertulio de estas noches agobiantes de finales de agosto en las que, un día tras otro, no se habla más que del problema corso. «Mire, no se fíe; Simeoni es capaz de siete discursos distintos a la vez.» Pero, en definitiva los revolucionarios del FLNC ven en el doctor Simeoni a un reformista, pero reflexionan sobre el impacto antiparisiense de su lucha. Cuando se les pregunta por los comunistas, corsos, sonríen: «Son los que han inventado los "batallones volantes" para las elecciones, es decir, que 45 personas se dedican a votar en catorce colegios electorales diferentes. Es una de las variantes de lo que son aquí las elecciones: una manipulación de los clanes.» No es posible, en estos momentos, saber lo que prepara el FLNC, pero todos imaginan en Córcega que reflexiona sobre la continuación de su estrategia; en su seno se debaten dos corrientes: la que interpreta la descolonización de la isla en el sentido jurídico del término, y la que, sin renunciar a la independencia, estima que Córcega debe mantener lazos privilegiados con Francia. «Tres años de bombas», dice un nacionalista, «han servido para que muchos corsos tomen conciencia de nuestra identidad. Pero no ha habido hasta ahora resultados tangibles.»

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Nadie responde sobre la duración de la pausa del Frente, pero los nacionalistas, los autonomistas, militantes o simpatizantes, rinden honor a esta tregua o, al menos, la respetan. Las ideas del FLNC no son compartidas, salvo por sus militantes o allegados, pero no es fácil encontrar corsos que no se indignen contra París, «por la represión injustificada. Nosotros pensamos que van demasiado rápido, pidiendo la independencia, pero no les reprochamos nada por ahora. Al contrario, han favorecido el resurgimiento de la identidad corsa», declara la abogada, simpatizante del autonomismo, señorita Mattei. El mesonero de la Osteria u Bargaghju, en el pueblo de Barchetta, autonomista, va más lejos: «Cada día más jóvenes toman por modelo a la ETA. Su razonamiento es brutal y simple: corno han matado, el País Vasco ha conseguido la autonomía. De esto, la culpa la tiene París.» Y París, ¿qué piensa?

¿Cuántos votos para el PNV?

El prefecto de Ajaccio, Claude Viellecaze, en cuanto invita a su interlocutor a sentarse en su severo despacho de la prefectura, es él quien interroga: «He querido recibirle e informarle; pero, por favor, antes -de nada, dígame usted cuántos votos recoge el PNV del País Vasco español en las elecciones.» El prefecto ya lo sabe de antemano y explica a continuación que, según sus cálculos, el UPC del doctor Simeoni, al que compara con el PNV, no representa en Córcega «ni el 1 %».

El prefecto reconoce, sin embargo, que existe un problema de identidad, pero que es un problema entre otros, ampliado por la insularidad corsa. En Córcega, corno en más regiones francesas, ya se sabe que ahora «todos quieren trabajar y vivir en el país», estima el prefecto, «pero repito que esto es general y, por lo que se refiere a Córcega, la realidad demuestra .que su capacidad económica no le permite satisfacer sus deseos». El señor Viellecaze insiste en el paralelo con el País Vasco español, «que es un país industrializado y puede permitirse lo que no le es posible a Córcega». El representante del Gobierno se escandaliza levemente de que se hable tanto de las reivindicaciones corsas «y que no se hable de nosotros, que para este año de 1979 les hemos entregado 466 millones de francos de créditos para obras públicas. Es decir, nuestro esfuerzo supone una inversión de 2.026 francos (34.000 pesetas) por habitante». El prefecto rechaza una de las denuncias de los corsos: la falta de universidades, que fuerza la formación «a la francesa». «Ya hay créditos para crear una universidad en Corte, y empezará a construirse no tardando.»

Pero esta «respuesta cuantitativa de París a los verdaderos problemas corsos no nos interesa, como no nos interesa que muchas regiones francesas tengan sus dificultades económicas. Allá ellos con sus problemas; el nuestro es la isla».

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