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"El programa económico es una mera declaración de intenciones"

«El intento de implantar un programa económico de forma unilateral no resolverá la crisis y planteará graves problemas en el futuro inmediato», manifestó ayer a EL PAIS, en Avilés, el ex ministro de Economía Enrique Fuentes Quintana, director de un curso iniciado ayer en La Granda, organizado por la Escuela Asturiana de Estudios Hispánicos.«Romper la mesa de negociación entre los grupos», agregó, «ocasiona más costes que los beneficios que se pueden obtener con un programa unilateral. Se dice que unos pactos como los de la Moncloa no serían viables ahora, pero también se argumentaba lo mismo cuando lo intentamos entonces y, sin embargo, han, sido posibles en cuanto hubo la paciencia suficiente para sacarlos adelante.»

Solicitada su opinión sobre su sucesor, Abril Martorell, se negó a responder. Del programa económico a medio plazo del Gobierno dijo que se trata de una simple declaración de intenciones y que será preciso conocer su desarrollo posterior. Respecto al artículo publicado por Santiago Carrillo en Mundo Obrero afirmó que «la elección entre inflación y paro es falsa, porque un poco más de inflación no significa un poco más de empleo, sino más paro».

El señor Fuentes Quintana señaló que una devaluación de la peseta no tendría sentido, porque no la pide el mercado. Finalmente expuso los requisitos mínimos que exigiría la alternativa adecuada para hacer frente a la crisis económica española, basados en los siguientes puntos: un diagnóstico de la crisis en el, que hubiese ciertas coincidencias entre los partidos políticos, centrales sindicales y patronales y un plazo mínimo de duración del plan de tres años. Ese plan debería tener como punto fundamental el lanzamiento de las inversiones públicas y privadas. La relación de prioridades sería la siguiente: programa energético, materias primas, sector agroalimentario y sector mantenedor del empleo (vivienda y obras públicas). Las reformas estructurales imprescindibles deberían dirigirse a la persecución de la reforma fiscal, reajuste del gasto público evitando el despilfarro, reforma a fondo de la Seguridad Social con la presencia de las centrales sindicales y de las asociaciones empresariales, reforma de la empresa pública, cuya dirección, hoy altamente politizada, debe recibir un fuerte impulso tecnificador y reforma.

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