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Reportaje:

Alternativa terapéutica contra la marginación social en Palma de Mallorca

La ciudad de Palma de Mallorca supera ya el medio millón de habitantes y, como toda gran ciudad, segrega permanentemente ese detritus que conocemos por marginados sociales. La problemática de la marginación social rebasa en Palma, cuantitativa y cualitativamente, las ofertas oficiales de tratamiento y solución. Como respuesta diferencial y como cobertura de los estratos marginados desatendidos surgió hace tres años un pequeño grupo, alrededor del abandonado seminario de La Sapiencia, que hoy presenta una alternativa digna de consideración. Sobre ello informa Jesús de las Heras.

Si es un niño abandonado lo llevarán a la inclusa. Si es un joven con menos de dieciséis o dieciocho años lo meterán en el hogar juvenil. Si ha cumplido los sesenta y cinco años y lleva por lo menos dos residiendo en Mallorca, lo podrán ingresar en el geriátrico. Si está loco, lo internarán en el psiquiátrico. Y si ha delinquido y lo cogen irá a la cárcelPero si tiene entre dieciocho y 65 años, un marginado que no sea loco o delincuente no tiene centro oficial donde ser acogido.

Por otra parte, los centros oficiales existentes siguen una metodología tradicional más cerca de la represión que de la terapéutica, como suele ser común en estos tipos de centros.

Con este panorama, hace tres años, se enfrentó un pequeño grupo de trabajadores, principalmente de hostelería, y decidió empezar a trabajar para conseguir una alternativa diferencial del tratamiento de esta problemática. Ahora están en condiciones de aportar su experiencia y pretenden que sirva de base a un futuro sólido. Parece que el Consells General Interinsular ha empezado a interesarse.

El viejo caserón

«Tomamos conciencia de las variantes de la marginación en Palma a través de la problemática laboral en la hostelería. Había mucha gente que no tenía dónde dormir dignamente.» Joaquín Humberto, encargado de uno de los centros, continúa así la historia del origen de esta lucha contra la marginación: «Entre nosotros había un compañero que era cura, Jaime Santandréu. Nos fuimos a ver al obispo y le pedimos que nos dejara la Sapiencia. Era el antiguo seminario, abandonado desde hacía años. Un caserón. Era marzo de 1976. »Por La Sapiencia, el centro base y los demás centros que posteriormente se han ido creando han pasado ya más de 3.000 marginados, desde enfermos psíquicos a viejos, alcohólicos, drogadictos o simplemente personas en paro, todos o la mayoría, sin familia, sin dinero.

Y la mayor parte, un 90% aproximadamente, no de isleños, sino peninsulares, emigrantes que un día echaron el ancla en la isla en busca de empleo y la marea urbana terminó por estrellarlos contra las fachadas de las discotecas.

El espíritu de la Sapiencia nace, así, «no de una teoría o una planificación a priori, sino de una realidad urgente», precisa el coordinador, Bartolomé Bennasar, que añade: «Porque necesidades vitales como la cama, comida, vestido, salud no permiten espera. Pero nuestro deseo es que alguien se ocupe de hacer todo esto con todos los medios adecuados y, desde luego, de acuerdo con los principios básicos de nuestra alternativa.»

Economía

La organización de La Sapiencia se estructura desde la participación de la base, esto es, de los propios marginados, en cuanto a la celebración de asambleas y realización de trabajo; la asamblea de grupos de trabajo, constituidos por el personal especializado dedicado a cada centro, actúa como órgano máximo decisorio, con reuniones quincenales; y un coordinador.«Las fuentes de ingreso han sido hasta ahora de auténtica emergencia, y se ha sobrevivido gracias a ayudas esporádicas de Cáritas, Diputación, cajas de ahorro y particulares», informa Bartolomé Bennassar.

Joaquín Humberto, encargado del recientemente habilitado centro de viejos prematuros, recuerda los numerosos incidentes vividos en la lucha por conseguir estas ayudas: «Una huelga de hambre, una sentada, una marcha y un sinfín de idas y venidas a las calles, a pedir aquí, a presionar allá, etcétera.»

«Aunque no puede decirse que sea de una forma oficial», aclara Bartolomé Bennassar, «siempre hemos contado con el apoyo personal del obispo, con un cierto respaldo de la Iglesia, pero sin merma de independencia. »

La Sapiencia es la sede central; allí se constituyó el Acogimiento, el lugar adonde llegaba cualquiera que no tuviese dónde ir y desde allí fuimos repartiéndolos a los demás centros cuando éstos estuvieron creados.»

Para comer se consiguió utilizar el comedor del Patronato Obrero. «Los jesuitas ponían el edificio, la Diputación la comida y el Ayuntamiento pagaba el personal. »

Más tarde surgieron otros centros.

Dos experiencias

Quizá las dos experiencias capitales del trabajo de La Sapiencia sean la Comuna de Terapia de Ca´n Gaza, para alcohólicos y enfermos psíquicos, y la Residencia de Puig des Bous, para viejos prematuros. Pretenden ser el más depurado fruto de aquel Acogimiento en que fue convertido el viejo caserón del seminario y del que Jaime Santandréu ha dicho que «heredó, por parte de padre, una conciencia de clase, una visión crítica y una capacidad de lucha, y, por parte de madre, una conciencia de suplencia, una visión universal y una capacidad de acogida».La Comuna de Terapia de Ca´n Gaza ha sido posible «gracias a que nos fue cedida por sus propietarios una casa de campo por dos años», informa Bartolomé Torrens, encargado de este centro.

Se trata de una casona abandonada enclavada en una parcela de 12.000 metros cuadrados, en las afueras de la capital. « El edificio ha sido restaurado por los propios internos. El trabajo sirve para que ellos se sientan útiles y, como laborterapia, es fundamental para su curación. El problema principal que se nos plantea aquí es que, al darlos de alta, han de enfrentarse de nuevo a una sociedad que no suele dar facilidades para su reinserción.»

Bartolomé Torrens espera que la donación de la finca de Ca´n Gaza se prolongue por lo menos otros tres años. «Nos sería vital porque, en ese tiempo, quizá algún organismo pase a cubrir, de forma definitiva, lo que nosotros estamos haciendo como una solución de urgencia.»

«Ca'n Gaza pretende ser una alternativa psiquiátrica», dice el médico, Miguel Barceló. «No más de 35 o cuarenta internos. Todo en régimen abierto y asambleario. Se trata de crear conciencia de utilidad. Es un centro para gente que quiere curarse y que participa en el trabajo y la administración. Con los internos se practica la psicoterapia individual y de grupo, así como la laborterapia, con trabajos en el campo, animales, carpintería, mantenimiento del edificio y bar, en el que no hay bebidas alcohólicas.»

El personal especializado incluye asistentes sociales, monitores, médico psiquiatra, alguna religiosa y personal de limpieza. Este pequeño grupo de personas que dedican su trabajo, a pleno empleo o en horas libres, lo hace práctica mente gratis o por un salario simbólico. «Pero es preciso que la sociedad mallorquina tome con ciencia de esto y se ocupe de ello con todas las consecuencias», re flexiona Bartolomé Bennassar.

Hay ya un motivo para creerlo así. El Consell ha cedido a La Sapiencia un enorme edificio, también abandonado, en las afueras de la ciudad. Es la Residencia de Puig des Bous para viejos prematuros, actualmente en restauración por los 35 marginados que viven en ella, abierta hace tan sólo tres meses. El Consell corre con los gastos más importantes, entre los que se cuentan los saneamientos.

« Esto será la respuesta del geriátrico», dice Joaquín Humberto. «Demostraremos que no se trata de tener en un centro a cientos de viejos almacenados, sino que hay que mantener un número reducido, quizá no superiora cuarenta, con habitaciones por parejas o individuales y grandes salas de taller y trabajo, en un régimen abierto y cordial. »

Puig des Bous acogerá a esos hombres, viejos prematuramente, pero que, por su edad, no pueden entrar en los asilos oficiales.

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