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La fluorosis en los seres vivos

A través de diversas industrias, principalmente las de aluminio, abonos fosfatados, vidrio, cerámica y algunas de hierro y acero, el flúor, que en su estado natural es perfectamente asimilado por los mamíferos, puede alcanzar determinadas concentraciones que le convierten en un peligroso contaminante.La expansión del flúor y sus derivados es altamente favorecida por la lluvia y los climas húmedos, al ser este compuesto altamente soluble en el agua. Concentraciones de más de un 0,000 1-0,000 15 % de flúor en el agua son consideradas peligrosas para el hombre.

En primavera y otoño, los vegetales aumentan su superficie, lo que, unido a la posibilidad de lluvias frecuentes, constituyen épocas especialmente peligrosas.

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El flúor mata en San Cipriano, en la costa lucense

El flúor, o sus derivados, se acumulan en las plantas, provocando su muerte. Los frutales de hueso y las coníferas son especialmente sensibles a la acción del flúor. Una concentración de más de 200 partículas por millón (ppm) de flúor en materia seca ya no permiten el uso del vegetal contaminado.

Los máximos admisibles para el hombre son, en el caso del ácido fluorhídrico de 3 ppm por metro cúbico en el interior de las fábricas, y de 0,004 ppm por metro cúbico de aire en ambientes abiertos. Los síntomas de este compuesto, tanto en el hombre como en los animales, son fuertes irritaciones en la piel y en las mucosas. El flúor provoca también moteado y abrasión de los dientes y alteraciones en el tejido óseo. Hay animales especialmente sensibles al flúor. Así, las ovejas sucumben rápida mente. El ganado porcino y ovino no admite concentraciones de más de 100 ppm, y el vacuno, de 30-50 ppm. Los animales contaminados por flúor muestran adelgazamiento, pérdida de apetito, dificultades en la masticación, cojeras, rigidez, roturas de huesos, etcétera. Estos síntomas varían según que la fluorosis sea aguda, producto de una ingestión de grandes cantidades de flúor, o crónica, motivada por ingestiones prolongadas.

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