No-Do dejará de existir en octubre
Televisión Española controlará todos los archivos documentales
Noticiarios y Documentales Cinematográficos (No-Do) dejará de existir el próximo mes de octubre, después de 37 años al servicio del régimen. Los trabajadores de No-Do exigen una justa equiparación de sus salarios. El organismo, una vez extinguido, se integrará en RTVE, pero el importante archivo de No-Do, empresa que nadie intentó salvar de la ruina ni poner al servicio de la democracia, corre peligro de ser desmantelado. Informa José Ramón Pérez Ornia.
«Hay que quitarle a esta casa el aire de mausoleo que tiene, para convertirla en una empresa moderna y viva», dijo Miguel Martín en septiembre de 1977, poco después de sustituir a Matías Prats -cantor de las gestas deportivas nacionales y locutor convertido en director- al frente de Noticiario y Documentales Cinematográficos (No-Do), también denominado «el mundo entero al alcance de todos los españoles», según la leyenda que subraya su anagrama.El mausoleo se construyó en la calle de Joaquín Costa y hoy, 37 años después de su creación, agoniza de mala muerte, en déficit permanente y sin futuro.
El proyecto de estatuto jurídico de RTVE, que se debatirá en el Parlamento el próximo mes de octubre, prevé la extinción de No-Do y su integración en RTVE. En favor de esta medida está el deseo de los 120-140 trabajadores, según las distintas fuentes, que quieren una homologación de sueldos y categorías profesionales con los de RTVE, organismo del que perciben las nóminas, aunque con unos niveles salariales de hace diecisiete años. Pero la extinción e integración en RTVE plantea otros problemas que no pueden ignorarse. En particular, el archivo de No-Do, que, de pasar a TVE, corre peligro de ser desmantelado y perdido irremediablemente. RTVE no se ha preocupado de conservar sus propios archivos, hasta el punto que se calcula en un 50% los programas emitidos de los que ya no existe recuperación posible. En RTVE existen además archivos paralelos, imágenes que desaparecen inexplicablemente y documentos a los que sólo tienen acceso determinados ejecutivos. Por último, el archivo de RTVE no está abierto ni al público ni a la investigación.
Empresa deficitaria
No-Do fue a lo largo de su historia vehículo de propaganda política más que de información, porta voz oficial del régimen, monopolio que impidió el desarrollo del cortometraje español, soporte visual de todas las inauguraciones, desfiles de modas, corridas, artesanías, fútbol y catálogo de postales, hasta que en 1956 compartió estas funciones con TVE.
La orden ministerial de 22 de agosto de 1975 ponía fin a la obligación de exhibir No-Do, y aproximadamente un 30% de las salas dejaban de proyectar los noticiarios. Un real decreto de 24 de mayo de 1978 derogaba la disposición de la dictadura sobre la exclusividad de editar noticias y revistas cinematográficas, y nacían los noticiarios de las distintas nacionalidades, los anti-No-Do que habían sido condenados a la clandestinidad, entre ellos el más importante, el Noticiari catalán dirigido por José María Forn, producido por el Institut del Cinema Catalá (ICC) y financiado por el Ayuntamiento de Barcelona con un estreno previo e ilegal en diez salas de Barcelona el 27 de junio de 1977. A pesar de todo, No-Do no fue capaz de transferir a la democracia sus anteriores servicios al régimen, porque No-Do, en primer lugar, ha sido un incomprendido de la Administración, que nunca supo qué hacer con las latas de los reporteros. Pasó por muchos ministerios, y la partida de ping-pong entre las direcciones generales de Cinematografía y de Radiodifusión y Televisión todavía no ha terminado. Sus directores no se preocuparon de que fuese rentable. Mientras las salas de Madrid y Barcelona pagaban 2.500 pesetas semanales por la proyección de las imágenes de No-Do, en la mayoría de los cines rurales se abonaban, hasta hace poco, treinta pesetas. Era más caro el porte que el alquiler del noticiario. La tarifa mínima en la actualidad asciende a 250 pesetas, precio desleal con el que no pueden competir los cortometrajes de la industria privada. En la pasada primavera, No-Do tenía deudas por importe superior a los cien millones de pesetas con Kodak y Cinematografía Riera. El presupuesto mensual de No-Do supone diecisiete millones y medio de pesetas. Los trabajadores amenazaron con huelga, mientras gradualmente había desaparecido la producción de las ediciones portuguesas y latinoamericanas. El déficit fue enjugado parcialmente con la ayuda de TVE, que le inyectó 91 millones de pesetas para la producción de los primeros diez episodios de Pantalla abierta. TVE paga también a No-Do 1.286.000 pesetas anuales en concepto de alquiler de la tercera planta de Joaquín Costa, y entre cuarenta y cincuenta millones de pesetas por la cesión de material gráfico para los telediarios, el «Parece que fue ayer», de Fantástico; las Sombras del ayer, y algún que otro relleno «A veces nos piden desde TVE hasta cuatro veces la misma imagen. Y vuelven a pedirla porque la han perdido», subraya uno de los trabajadores del archivo de No-Do.
Los archivos, patrimonio de todos
A pesar de todo hay en No-Do unos catorce millones de metros de película, la mayoría en 35 milímetros y soporte ininflamable, perfectamente catalogados por secuencias y a veces por planos, obra del equipo de Jorge Palacios, el hombre del archivo, celoso y competente, que vela para que no se pierda un fotograma. Aquellas imágenes de la posguerra, el triunfo de los pantanos y las glorias realmadridistas, son historia. Además, los fondos de la alemana UFA, de la Fox, Movietone, Luce, los negativos del Servicio Nacional de Cinematografía y el material incautado a las filas republicanas engrosaron los primeros archivos de este «organismo autónomo estatal comercial». Resulta muy dificil hacer un inventario de lo que existe en los archivos. A modo de ejemplo: dos documentos sin fecha exacta -Posiblemente de 1896 que se suponen filmados por operadores de los hermanos Lumière y adquiridos de la cinemateca francesa, con imágenes de la Puerta del Sol, tranvías de tracción animal y carga del Regimiento de Lanceros de la Reina. Filmaciones de Segundo de Chomón sin precisar. Homenaje a Echegaray (1905), Globos de ingenieros en Guadalajara (1905). Tren de 1915. Rodajes de cine de los años 1915-1920. Alfonso XIII en Cartagena, Alicante y París. Centenario de la Independencia de Argentina (mayo de 1910) y visita de la infanta Isabel. Tercer centenario de El Quijote (1905). Acorazado Alfonso XIII en La Habana. Eduardo VII en París. Exposición de Valencia de 1910. Viena, metrópolis moribunda (1919). Entierro de Joselito (1920). Treinta minutos sobre la guerra de Africa de 1926. Ochenta minutos sobre la primera guerra mundial. La proclamación de la República y discursos de los líderes políticos. Treinta minutos con filmaciones de la Revolución de Asturias de 1934. Numerosos actos culturales, como la disertación en 1931 de Ramón Gómez de la Serna sobre el monóculo y la gallina. Abundante material sobre la guerra civil, parte recopilado en la película titulada El camino de la paz, con rodajes de los dos frentes y, por terminar, nada menos que veintinueve rollos del Partido Nacionalista Vasco, de cuya custodia en No-Do parece que no se dio noticia a los actuales cargos del PNV.
Aparte de los cuarenta o cincuenta millones de pesetas que TVE paga anualmente por la utilización de los archivos de No-Do, la industria cinematográfica española compra copias de planos o secuencias por un importe anual medio de diez millones de pesetas. Basilio Martín Patino, por ejemplo, realizó Canciones para después de una guerra, con una inteligente selección y montaje de planos adquiridos, en parte, del archivo. Luis García Berlanga, presidente de la Filmoteca Nacional, manifestó en distintas ocasiones el deseo de que los fondos de No-Do pasasen a la Filmoteca e incluso se firmó un acuerdo, siendo director de No-Do en funciones Rafael Julián, directivo que se preocupó por revitalizar y encontrar una salida para el organismo.
Con el último nombramiento de Rodolfo Bieger para la dirección de No-Do, procedente de la jefatura del gabinete técnico de RTVE, la Dirección General de Radiodifusión y Televisión parece adelantarse a la inminente extinción de No-Do y su integración en TVE. Pero quedan pendientes de resolver los problemas sobre el futuro del archivo, patrimonio audiovisual de todos. Si es necesario que los trabajadores tengan un salario justo, también es cierto que el precipitado cierre de No-Do puede ser más una medida cómoda que una solución.
Cerrada la escuela de cine y con una facultad de Ciencias de la Información, en la que los alumnos ni tocan cámara ni huelen un metro de película virgen para prácticas, nadie quiere pensar en un centro de capacitación o formación profesional o en una institución que, a semejanza, por ejemplo, del Instituto Nacional de lo Audiovisual -el INA francés- fomente la investigación y la experimentación de nuevas fórmulas tanto en cine como en televisión. No-Do puede ser la ocasión perdida.
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