Francia retira su apoyo financiero a Bokassa l
El Gobierno francés, gran protector hasta hace poco del Imperio Centroafricano, le retiró ayer la ayuda financiera directa, como consecuencia del informe oficial de los juristas africanos, publicado en Dakar anteayer, que acusa al emperador Bokassa de haber participado en la matanza de más de cien adolescentes el pasado mes de abril. A pesar de las ayudas que le prestan Libia y la URSS, la caída del régimen debiera acelerarse.
El Ministerio de Cooperación, presidido por Robert Galley, en nombre del Gobierno, anunció ayer las sanciones contra el emperador Bokassa: supresión de la ayuda financiera, que se eleva a cien millones de francos anuales (1.600 millones de pesetas). La mayor parte de dicha cantidad era invertida en bienes y delicias personales.Las operaciones referentes a la salud, a la educación y alimentación «que afectarían directamente a la población » serán mantenidas la ayuda militar ya había sido suspendida el pasado mes de mayo, cuando estallaron los primeros rumores sobre la matanza de los niños.
A pesar de la concordancia de todos los informes de la prensa, o los privados de la diplomacia gala, el Gobierno de París, en un principio, había calificado los trágicos asesinatos de «seudoacontecimientos». Las precisiones impresionantes del informe de los cinco juristas africanos han acelerado ahora la reacción de París, que, hace dos años, había contribuido con una propina de cien millones de francos (1.600 millones de pesetas) a la autocoronación del emperador.
Este y otros ejemplos se los echaba ayer a la cara del Gobierno toda la opinión francesa, «que mantiene relaciones con los jefes de Estado de las dictaduras más abyectas, desde la de Guinea Ecuatorial a la de Nicaragua, Uganda y Centroáfrica». El palmarés podría ampliarse si llega a probarse, como todo parece indicarlo, que el régimen, del presidente Mobutu (Zaire), respaldado económica y militarmente por París, también participó en los baños de sangre de Bangui.
Ayer se entrevistaron en Lausana el general Mobutu y el ministro francés señor Galley.
Desde que se dio a conocer el documento de los juristas (toda la opinión francesa resalta que, por una vez, los oropeles y ambigüedades diplomáticos han cedido el paso a la verdad desnuda) nadie sabe nada de Bokassa, que jugaría sus últimas cartas con los libios y los soviéticos.
Sus colegas africanos, a juzgar por el silencio sepulcral, lo han abandonado.
En París se estima que nada impedirá su caída fulminante. En la capital francesa y en Bangui se prepararía la sucesión. Francia parece ser que está presente en los dos tableros. En París se encuentran dos de los aspirantes al restablecimiento de la República: su antiguo primer ministro Ange Patasse y el ex embajador en Francia Sylvestre Bangui.
Recientemente, en Libreville (Gabón), aseguran en París buenas fuentes, que el consejero del palacio del Elíseo para Asuntos Africanos, Rene Journiac, celebró una reunión con otras personalidades de la oposición.
Un ex ministro y actualmente exiliado, Abel N'Guba, así como el actual primer ministro, Henri Maidu, entrarían en los manejos posibles y deseados por Francia para facilitar una transición tranquila y ventajosa.
La caída de Bokassa, condenado por los países africanos, sería una operación relativamente fácil.
Su Ejército, compuesto de 1.200 hombres en las filas regulares y de 1.400 en las unidades paramilitares, no posee armas ni municiones, pues el emperador no se las entrega por desconfíanza. La guardia imperial de Berengo, palacio situado a unos ochenta kilómetros de la capital, Bangui, consta de setecientos paracaidistas mal entrenados.
Después de la caída de Amin Dada, en Uganda, y de Francisco Macías, en Guinea Ecuatorial, la posible desaparición de este dictador megalómano es considerada por los comentaristas franceses como un acontecimiento benéfico para Africa.
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