Elevadas probabilidades de vida inteligente, similar a la humana, en otros mundos
Mientras multitud de personas aseguran haber vivido la evidencia física de contemplar extraños fenómenos atmosféricos o espaciales, que la imaginación humana identifica con la presencia en nuestro mundo de seres inteligentes procedentes de otros planetas, y, también, mientras algunos individuos incluso aseguran mantener contacto con esos seres, la ciencia oficial internacional, aun reconociendo la altamente probable existencia de vida inteligente fuera de la Tierra, se muestra escéptica en la consideración de que viajes tan excepcionales como los que permitirían trasladarse a estos seres a nuestro mundo puedan ser llevados a cabo. Alfonso García Pérez continúa analizando el fenómeno ovni desde la perspectiva de la ciencia oficial y desde el testimonio de quienes piensan que estamos siendo visitados por extraterrestres.
Si la vida o la inteligencia fuesen el resultado de un extrañísimo y excepcional conjunto de circunstancias, evidentemente sería poco probable que existiesen vida e inteligencia en otros mundos. ¿Piensa eso la ciencia oficial? Faustino Cordón, quien no se puede considerar un representante de la ciencia oficial, si como tal entendemos los sectores más cerrados en la superespecialización, incapaces, en ocasiones, de entender la honda interdisciplinariedad de todo estudio de la realidad, pero a quien sí que puede considerársele figura eminente en nuestro país en la práctica del método científico, declaró a EL PAIS que «la vida y la inteligencia surgen en el universo de un modo, posiblemente, constante». Es decir -y en esto, la opinión del señor Cordón no está alejada de otras posturas oficiales-, lo que conocemos tanto de la materia inanimada como de los seres vivos o de la especíe humana nos induce a pensar que el fenómeno vida y el fenómeno inteligencia no son sino la prolongación natural de eso que llamamos materia, de ese misterio inabordable de la realidad.Aspecto físico de los extraterrestres
V. S. Trotski, miembro correspondiente radiofísico y uno de los primeros especialistas de la Unión Soviética, que ha intentado detectar señales procedentes de supuestas civilizaciones extraterrestres, ha explicado así a la agencia Novosti la posibilidad de vida extraterrestre: «Yo parto de que la vida en el universo no surge siempre, sino en un momento muy reducido. Y no en todas partes, sino allí donde para ello haya condiciones más idóneas.»
Uno de los interrogantes que más fascinan a quienes se acercan u oyen hablar de la cuestión de los extraterrestres es el de poder conocer cuál es la forma de los hipotéticos seres inteligentes de otros mundos. ¿Cuál es su tamaño, su altura, su volumen? ¿Cómo será el funcionamiento de su organismo?... Y más allá de los enigmas fisiológicos están los de índole psíquico o social: ¿cómo se habrá desarrollado la inteligencia en los otros seres inteligentes del universo? ¿Qué manifestaciones habrán adoptado sus formas de agrupación social a lo largo del tiempo, sus culturas, teniendo en cuenta, además, que lo que en el planeta Tierra ha sido una pequeña cifra de millones de años de existencia humana o humanoide, en la infinidad de las galaxias se multiplica por millones de millones de años de evolución probable?
Sobre el aspecto físico, el científico soviético explica que «son muy dignas de atención las ideas del sabio estadounidense N. Rashevski, uno de los líderes de la biología matemática. Rashevski determinó el número de especies biológicas que pueden, por principio, existir. Apoyándose en su teoría -según lo que yo sé, no ha sido sometida a una crítica más o menos seria en biología- se puede deducir que los sistemas biológicos independientes que haya en diversos planetas pueden ser más bien parientes. Con otras palabras, esa idea que nos ha inculcado la ciencia-ficción sobre que en otros planetas nosotros encontraríamos seres vivos completamente diferentes a los terrícolas la hacen dudosa los cálculos matemáticos... La probabilidad de que los habitantes de una civilización extraterrestre se diferenciasen exteriormente poco de nosotros no está excluida».
La alimentación condiciona la evolución
Aquí puede volver a actuar la psicología cuando en la tesis de que quienes aseguran haber visto humanoides por estos lares ven visiones y considera que precisamente el hecho de que esos supuestos extraterrestres observados tengan siempre forma humana o similar a la humana es una prueba más de que se está idealizando al ser humano. ¿Acaso, en esa infinidad de posibilidades de evolución de la materia y de las formas vivientes que ha dado origen en este planeta a la aparición de cientos de millare de especies diferentes, de los ta maños más variados y de las característícas más extrañas o monstruosas, según nuestra óptica humanoide, sólo van a haber podido acceder a la inteligencia formas similares a las de los simios, antropoides u homínidos de este planeta? ¿Tan poco imaginativa sería la aparición de la inteligencia?
A esta pregunta responde a EL PAIS Faustino Cordón: «Mire usted en efecto, cabe la posibilidad de existencia de infinidad de formas de vida y variantes en la evolución de la materia y de la materia viviente. Pero esta evolución parece responder a unas normas o pautas universales. ¿No está también comprobado que la materia de la que están integradas las estrellas y otros planetas es la misma que la que integra la Tierra?»
La conclusión es entonces obvia. Unos mismos elementos.... una misma evolución, llevan a similares formas evolutivas. Para el señor Cordón, la alimentación ha tenido mucho que ver con todo el proceso. Precisamente una obra de próxima aparición de Faustino Cordón, de la que EL PAIS se ocupará próximamente, va a tratar de explicar cómo nace la especie humana, a raíz de profundos cambios en el modo de alimentarse de aquellos hominidos que poblaban los árboles y los bosques y que, según él, al iniciar la marcha erguida «liberaron sus manos para emplearlas de un modo nuevo, a la vez que experimentaban la posibilidad de ampliar el horizonte de su visión».
Sobre esta relación entre la aparición de la inteligencia, el más alto nivel de la existencia material que conocemos, y la forma de alimentación, también el mencionado científico soviético V. S. Troitski, pone en relación la vida con las formas de energía cuando explica que las hipotéticas civilizaciones extraterrestres debieran ser calificadas conforme a sus recursos energéticos. « Por supuesto que este sistema es puramente convencional», dice. «En un primer grupo se incluirían las civilizaciones que utilizan energía de su propio planeta; en segundo lugar, los que utilizan energía de una estrella central, es decir, de su propio sol, y, en un tercer grupo, las que consumen energía de su galaxia.»
La posibilidad de contacto del encuentro
Para la ciencia oficial, pues, todo entra dentro de lo hipotético, incluso de lo elevadamente probable. Pero. cuestión aparte es, según ella, la posibilidad de contacto, la posibilidad del encuentro. La fisica actual se muestra muy reacia a considerar la posibilidad de que objetos materiales franqueen distancias tan colosales. La física oficial nos encierra en nuestro espacio-tiempo, que ya no es el de Newton, sino el de Einstein, y sólo se dispone a abordar la posible existencia de Níida extraterrestre mediante la telecomunicación, la comunicación a través de emisiones hertzianas. «Para que podamos observar una civiización extraterrestre», prosigue V. S. Troitski, «ésta tiene que disponer de una cantidad de energía verdaderamente colosal, pertenecer al tipo tercero o, por lo menos, al segundo. Pero ni con instrumentos ópticos, ni con los radioastronómicos observamos nosotros ese milagro cósmico. Entonces, es muy probable que no existan civilizaciones extraterrestres tan altamente organizadas. Quedan las civilizaciones del primer tipo. Por lo visto, éstas son las que más se parecen a la nuestra por su nivel de desarrollo, pero, por lo mismo, se complica el problema de comunicar con tal civilización. »
El transporte físico es el gran problema de la comunicación entre civilizaciones surgidas en diferentes puntos del universo, problema tan definitivo para la física actual, que constituye posiblemente el núcleo central de las razones por las que la física oficial rechaza la posibilidad de que la Tierra esté siendo visitada por objetos tripulados por seres inteligentes de otros planetas. «Por supuesto que es altamente probable la existencia de vida y seres inteligentes en otros mundos», declararon a EL PAIS los doctores Rego, astrofísicos españoles, «pero eso no significa que nos estén visitando. Eso, tal vez, no pueda suceder nunca».
Viaje «imposible» en otro espacio y en otro tiempo
Similar opinión sustenta el astrofísico soviético cuando asegura que «los vehículos espaciales movidos por combustible químico carecen por completo de perspectivas. Volar a Marte durante tres años no es nada, si se tienen en cuenta distancias cósmicas como, por ejemplo, trescientos años-luz o 5.000 años-luz. Incluso la velocidad límite, la velocidad de la luz, nada puede hacer aquí.»
La imaginación humana no acepta barreras. Así, ante tan desconsoladora respuesta, un defensor de la existencia de los ovni insiste: «Pero no es posible superar la velocidad de la luz según la fisica actual. Pero también las afirmaciones de Einstein hubieran hecho sonreír a Newton. ¿No cabe pensar en otro espacio y otro tiempo ... ?»
Efectivamente, ante tal aseveración, los físicos de hoy vuelven a sonreír, quizá como lo hubiera hecho Newton, insistiendo en que, ante la posible existencia de vida inteligente extraterrestre, «el camino más real de establecer contacto es la comunicación por ondas radiales, tal como algunos equipos oficiales de Estados Unidos y la URSS están comenzando a hacer». «En este sentido», explica V. S. Troitski, «se están emprendiendo algunos pasos, fundamentalmente, buscando radioseñales procedentes del espacio. »
El encuentro, por tanto, también es deseado por los científicos. Incluso aquellos que viven sumidos en su actividad empírica y especializada de cada día. Porque también a ellos les afectaría, y mucho, un «encuentro en la tercera fáse», un contacto con inteligencias extraterrestres. «En cuanto a la exploración de civilizaciones extraterrestres», concluye el físico soviético, «esto promete muchas perspectivas, precisamente en el conocimiento de la sustancia humana, de la naturaleza de la razón y de la civilización misma. Porque no se puede negar el hecho de que, si bien sabemos muy poco del mundo que nos rodea, menos sabemos aún de nosotros mismos.» He aquí la razón del deseado encuentro. Conocer civilizaciones superiores a la nuestra significaría empezar a encontrarnos a nosotros mismos.
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