Ramoncín: "En realidad, lo que soy es un cronista"
Ramoncín surgió hace casi dos años a la luz pública. Su paso en el interés general estuvo rodeado de una polémica que en un principio se centraba en su autenticidad o falta de ella. Poco más tarde, la polémica se desarrollaba en torno a si su violencia era parafascista o de mal gusto. Más tarde fue el asunto de su integración en el sistema. Pero Ramoncín, cantante de rock, ha seguido viviendo en medio de la polémica y edita un libro de poemas y un nuevo disco. Porque, a pesar de los fallos, Ramoncín sigue estando y tiene algo que decir. José Manuel Costa realizó con él la siguiente entrevista, en la que el rockero de Vallecas afirma que lo que en realidad puede decir de sí mismo es que es un cronista.
Lo malo para Ramoncín es que se hizo famoso demasiado pronto. Se convirtió (o le convirtieron) en múltiples arquetipos platónicos que en caso de haber coincidido con el Ramoncin real lo hubieran sido en función de una casualidad ni siquiera intuida. Ramoncín se presentó a sí mismo como un barrioba ero listo y que no inspiraba compasión, pero que tampoco ha sido todo lo desgarrado que muchos le exigían. Era y es un buen letrista y era y es un rockanrolero ni mejor ni peor que la mayoría de nuestros grupos; esto es, por lo general, peor que mejor.Sin embargo, Ramoncín, el Ramoncín de las citas de Umbral, de las revistas del corazón, el Ramoncín de la progresía ilustrada o el de los lumpen de Vallecas, no es nada de eso, sino alguien que se ha montado un rollo; el suyo; cómo es, cómo dice y cómo vive. Y esto nadie parece querer aceptarlo. Y eso es también lo malo para Ramoncín.
«Yo nunca he vendido nada. Tengo una imagen que no es ni prefabricada ni inventada para conseguir determinada cosa. Hace cinco años yo estaba esperando el Metro con una copa de champán en la mano o leyendo un periódico chino, porque me ha enrollado vacilar y estar cachondo y tener un rollo trivial que me evada de una serie de comeduras de coco. Yo lo que he podido vender son unas letras, que es lo primero que se conoció de mi, antes que yo mismo.»
Con esa actitud de ir dando la cara con aspecto de triunfador, el Ramoncín comenzó a aparecer en revistas especializadas que creían en su capacidad para inyectar algo de vida en el patético rock hispano de 1977. Y, de repente, casi sin solución de continuidad, el hombre salta a los reportajes de revistas chungas con titulares como «La novia secreta de Ramoncín», «Ramoncín se compra una finca de quince millones», u otros por el estilo.
«Yo, al principio, no les interesaba, era un tipo curioso y nada más. Pero es que esa prensa funciona a base de morbo y tiene más páginas un tío que mata a su novia por irse con otra que uno que hace una canción o tiene un rollo bonito. A las revistas del corazón lo que les llama la atención es el desvirtúe, que se pinta un rombo en el ojo, que habla del rey del pollo frito, que canta una canción que se llama Marica de terciopelo y que dice tacos. Entonces ya todo es automático y me hacen fotos con teleobjetivos junto a mi hija y nos hacen otras a Diana y a mí y luego se inventan una entrevista. Todo es así y todo es mentira. Luego mandas una carta de rectificación y no la publicán, así que tú verás.»
Lo cierto es que Ramoncín, por la razón que sea, se dejó hacer. Si le publicaban entrevistas que él no daba, podía presentar una querella y lo cierto es que nunca lo hizo. Después de un recital en el Parque de Atracciones de Madrid, se disculpó al día siguiente en la Cadena SER por haber insultado al personal que le tiró huevos durante ese recital (transmitido en directo por dicha cadena). Y lo hizo «porque la SER, si quiere, te hunde». Pero lo que él no entendía es que la gente esperaba de Ramoncín un corte de mangas a la todopoderosa SER o a quien fuera. Y Ramoncín no supo hacerlo. Claro que tiene sus razones:
«Mira, yo he sido el único cantante que en TVE ha dicho que tu lugar en las listas de ventas depende de lo gordo que sea el sobre. Al día siguiente me quitaron de las listas de la SER y nadie dijo nada. Y salgo en una revista como El Gran Musical (de la cadena SER) y digo que Camilo es una mierda. Y he pasado de ir a Bilbao a cantar porque lo mandara la cadena SER. Pero resulta que me he quedado siempre solo y ¿por qué voy a quedar sólo en una postura? Es que no la tomo más y si me llevan Soy un chaval (su nuevo single) al número uno, pues yo de puta y listo.»
Algo que está también claro es que Ramoncín, desde un principio, anunció que iba a ganar dinero. «Como todos, tío, como todos», y que esa meta le ha llevado por unos senderos rechazados por la gente normalmente llamada progre..., y entonces Ramoncín salta:
«Yo es que creo que lo de los progres es muy fuerte. ¿Qué han hecho los progres?, pregunto. Nada, nada.... nada que se pueda tocar, o ver, o sentir, o notar el ambiente. Pero además lo dividimos a trozos, en literatura, en cine, en música o en lo que quieras... No han hecho nada.»
Pero otro de los fallos del Ramoncín es no caer en la cuenta de que a él sí que le han hecho los progres. O al menos que le han dado a conocer con cierta carga de credibilidad a otros que nunca se hubieran acercado por Vallecas ni le hubieran hecho más caso que a las decenas de grupos que en aquellos momentos pululaban por los barrios de Madrid. Esto es así, como también lo es que en un momento determinado los progres se sintieron defraudados.
«Seguramente les hubiera gustado que yo hubiera sido un pobrecito chaval que se moría de hambre y todo eso. Un chaval que no puede ni hablar y tiene que acompañarle alguien para enseñarle y todo muy bonito. Yo no vengo de padres ricos ni de millones en el culo, pero no he pasado hambre ni soy un pobrecillo que no me sepa defender. Ese es el rollo del paternalismo, que no es más que una actitud egoísta, autoritaria y represiva, así es.»
Y sigue excitándose, y finalmente suelta lo que según él mismo es: «Yo lo que soy es un cronista. Yo he vivido en un barrio y salgo de un barrio porque no me da la gana de quedarme allí y decir que soy un marginado. He aprendido, he leído y cuento lo que he vivido. Y eso es lo que hago con unas letras y una música que ni es punk, ni es nada, es rock and roll y puerta.»
Ya a estas alturas Diana, la compañera de Ramoncín (la novia secreta) se desata y casi grita que ya está bien, que cada entrevista es un juicio y que cuándo se va a acabar esto. Pero Ramoncín sabe y se aguanta y aunque está emocionado con su último elepé (que él mismo ha producido) y con su nuevo grupo y el equipo, y aunque su casa demuestra que no es millonario, sigue y seguirá sometiéndose a los juicios.
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