Así fue el golpe de Estado contra el presidente Macías
Una semana después del golpe se ha podido saber con exactitud que el comienzo del derrocamiento se produjo el pasado 3 de agosto, cuando los sublevados enviaron al distrito donde se hallaba Macías un telegrama en el que le conminaban a abandonar el poder. El intento inicial consistía en detenerle y confinarle, eludiendo un golpe militar cruento. Nada más recibir esta comunicación, Macías dio instrucciones a la guardia de su palacio en Bata para que abortara el golpe.
La guardia leal al presidente depuesto se atrincheró en el palacio, que fue bombardeado con artillería ligera de calibre medio. El palacio, no obstante, fue ocupado por los sublevados en la noche del día 4 y la madrugada del día 5. Mientras tanto, Macías avanzaba hacia Bata con su ejército muy bien pertrechado y llegó a aproximarse a unos quince kilómetros de la capital provincial, recorriendo de esta manera los casi 220 kilómetros que separan Bata del alejado distrito de Mongomo, donde el dictador se ha refugiado.Tras encarnizados combates, el frente llegó a establecerse en las proximidades de la ciudad de Nyfang, patria de una de las mujeres de Macías. A medida que avanzaban los acontecimientos ahora ya incontrolados por Macías, aumentaba también el número de deserciones en el ejército que mandaba y se produjeron entonces algunos sabotajes. En un esfuerzo desesperado por repeler el levantamiento, el ex presidente intentó crear un ejército entre sus numerosos parientes de la etnia fang, pero los acontecimientos le obligaron a huir. Arboles gigantescos son derribados por la tropa leal que le acompaña para proteger la huida, que se produce de un modo desbaratado a partir del día 7. Dos días después, agotadas todas las posibilidades de éxito de su contraofensiva, Francisco Macías penetra en zona muy tupida de selva y acompañado de unos cuarenta hombres se pierde y su rastro resulta imposible de seguir.
Situación irreversible
Aunque la situación parece ya irreversible desde un punto de vista militar a favor de los sublevados, no puede descartarse que en unos meses el derrocado presidente reclute un ejército mercenario, que intente recuperar a toda costa el poder, como su tenacidad para no abandonarlo ha puesto de relieve.
A Macías, de quien se ha dicho que en la última etapa de su mandato practicaba la brujería en su distrito natal, en medio de ritos mágicos, que se prolongaban durante semanas, se le llama ya en algunos ambientes diplomáticos el Macbeth negro.
Horas antes de iniciarse los primeros acontecimientos, en Malabo se apreció una gran inquietud y se tomaron especiales medidas de seguridad en los principales puntos de la ciudad. Las guarniciones fueron reforzadas y la tensión no decreció hasta que Radio Malabo emitió un comunicado, a las ocho de la tarde del viernes, en que se anunciaba el derrocamiento de Macías y la toma del poder por el Consejo Militar Supremo. El comunicado calificaba de lamentable el esta do en el que se encontraba el país y anunciaba su intención de reconstruirlo. El parte radiofónico imputaba al teniente coronel Teodoro Nguema Obiangs la paternidad del golpe.
Fue el mismo nuevo «hombre fuerte» de Malabo quien, tres horas después, se adentró en la cárcel de Blabeach, convocó a los centenares de presos allí detenidos y en un emotivo y brevísimo discurso, les anunció que la dictadura había terminado, todos eran libres a partir de ese momento y que se les reintegraban todos los derechos perdidos. Prueba de ello es que ordenó a los militares detenidos que se vistieran allí mismo el uniforme con las mismas graduaciones que tenían en el momento de su detención. Varios presos adolescentes -hay algunos condenados a penas indeterminadas de catorce años de edad- se desmayaron de la emoción y el conjunto de los preso regaló una salva de aplausos al teniente coronel.
Entre los militares liberado entonces se hallaba el actual, número dos del nuevo régimen, capitán Salvador Ela, así como un teniente y seis alféreces de la Guardia Nacional y de la milicia popular.
El golpe de 1976
Se han conocido también ahora nuevos detalles sobre el supuesto golpe de Estado de 1976, que provocó probablemente el actual levantamiento militar contra Macías. El régimen detuvo entonces a importantes personalidades, como Faustino Edu, Miguel Yegue, Norberto Nsue, Pablo Nseng, a la sazón jefe de Policía, y a Manuel Nsi Mba, entre otros. Eran los primeros días del mes de diciembre. Los detenidos fueron introducidos inmediatamente en la prisión de Malabo y fueron brutalmente apaleados por un grupo de presos a los que se conminó a matar a bastonazos a sus companeros. Entre los muertos, que resultaron ser los tres primeros de la lista citada, se encontraba también Job Uiang, ministro de Salud Pública, que poco antes de morir explicó a una serie de detenidos, que los había delatado arbitrariamente, en una conspiración para derrocar a Macías, de la que había informado entre otros al actual presidente del Consejo. Fue precisamente Teodoro Nguema, a la sazón comandante del Ejército, quien se presentó entonces en la prisión e impidió que el resto de los detenidos muriera bajo los palos de los reclusos, obligados a matar a sus compañeros.
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