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Crece el riesgo de involución política en Bolivia

Dos muertos, más de diez heridos y ocho secciones de la policía destruidas es el saldo de una serie de incidentes callejeros ocurridos el jueves en varios barrios de La Paz. Mientras tanto, la indecisión parlamentaria para designar al nuevo presidente radicaliza gravemente la situación política en el país, donde los enfrentamientos se han prodigado en las últimas horas y crece el riesgo de involución.La zona más afectada por los disturbios fue el barrio de El Alto, donde se organizaron varias manifestaciones, que trataron, en más de una ocasión, de cortar el tráfico.

La policía lanzó gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes.

Los incidentes ocurrieron en el transcurso de una jornada cargada de tensión, en la que prácticamente todo el país quedó paralizado a raíz Je un paro nacional decretado por la Central Obrera Boliviana (COB), y condenado en términos contundentes por el presidente David Padilla.

Los manifestantes fueron identificados por la policía como pertenecientes a la Unidad Democrática y Popular (UDP), cuyo candidato, Hernán Siles Zuazo, ganó las elecciones generales del primero de julio pasado, pero quedó en desventaja en el Congreso, donde deberá elegirse definitivamente al presidente.

En la zona de El Alto murieron dos personas no identificadas, una a consecuencia del estallido de un explosivo de dinamita y otra por la caída de un poste que le aplastó.

Ocho secciones de la policía fueron saqueadas por los manifestantes en otros tantos barrios periféricos, de acuerdo al informe oficial.

En el centro de la ciudad, varios grupos trataron de bloquear calles y avenidas, pero efectivos policiales impidieron la acción lanzando gases lacrimógenos. Almacenes aduaneros y tiendas comerciales fueron también saqueados, sin que la policía interviniera. El jefe de la policía boliviana, coronel Humberto Campos, calificó a los autores de los hechos como «delincuentes y antisociales», y anunció que, una vez que pase la crisis política, se investigará para deslindar responsabilidades.

En el interior del país, entre tanto, el paro obrero transcurrió en un marco de «normalidad» y sin los incidentes ocurridos en La Paz, de acuerdo a los informes oficiales.

Ayer, por segundo día consecutivo, se mantuvo paralizada la actividad en la Cámara de Diputados, que impidió la definitiva instalación del Congreso boliviano, cuya tarea prioritaria es la elección del próximo presidente constitucional, que habría de tomar posesión el lunes.

Nuevamente, una borrascosa sesión parlamentaria caracterizó a la actividad de la Cámara baja.

Militantes de la centro-izquierdista Unidad Democrática Popular (UDP) y de la centro-derechista Alianza del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) protagonizaron hechos de violencia dentro del edificio del Congreso.

La polarización política impidió el jueves que se designara a la directiva de la Cámara de Diputados. La sesión se prolongó casi cuatro horas, período en el que hubo cuatro interrupciones.

Militantes de la UDP y el MNR chocaron en reiteradas ocasiones dentro del sector asignado al público, varios ciudadanos fueron retirados con heridas.

La lucha abierta entre los ocupantes de los escaños de la UDP y el MNR fue el factor decisivo para el estancamiento. Cualquier iniciativa presentada por una de las representaciones inmediatamente es observada y repudiada, por lo que no existe acuerdo alguno.

Las fuerzas armadas lanzaron el jueves por la noche una severa advertencia, y aseguraron que evitarán por todos los medios posibles la anarquía.

Después de dos días de desórdenes callejeros, violencia e intolerancia política, el mando de las fuerzas armadas difundió el comunicado en el que se afirmaba: «Las fuerzas armadas, verdadera garantía del orden interno y la seguridad externa, en estricta sujeción a las leyes, advierten que evitarán por todos los medios posibles que la anarquía traiga a los hogares bolivianos días de pesar y luto, postergando así la consecución del progreso y el desarrollo nacionales.»

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