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Crítica:TEATRO / "P.D.: TU GATO HA MUERTO"
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Romance de ladrón y actor

P. D.: Tu gato ha muerto, de James Kirkwood.Adaptación de Artime y Azpilicueta. Dirección de Roberto Villanueva.

Intérpretes: Juan Ribó, Marisa Paredes, Manuel Galiana, Manuel Sierra.Estreno: Teatro Marquina, 26-7-1979.

Es un extraño amor: un ladrón homosexual entra por la ventana de un actor heterosexual, que sufre una noche de frustraciones y un futuro de soledad, y se enamora de su víctima. Quizá le influya una sesión de sadismo a la que es sometido; su oferta final es la de convertirse en una especie de esclavo. Aunque el actor todavía parece resistirse suavemente cuando cae el telón final, hay indicios suficientes para suponer que. la relación va a funcionar, e incluso se podría apuntar un esbozo de tesis: cuando todo va mal en la vida, un cambio rotundo puede ser una especie de redención.

El viejo arte de hacer comedias no se ha perdido en el mundo; Kirkwood lo tiene, sabe construir situaciones, manejar personajes y sacar chispas de un diálogo. Sabe hacer brillante una superficie y meter en ella una pequeñita filosofía, una relativa audacia, un sentido del juego. No conociendo la obra original es difícil saber en qué ha consistido la labor de Artime y Azpilicueta, aparte de que su idioma castellano tenga, como tiene, buen funcionalismo teatral.

Manuel Galiana y Juan Ribó mantienen toda la obra -los otros dos personajes son meramente episódicos- dentro de la ambigüedad necesaria de sus personajes y en el tono de «simpatía» que corresponde al género; resultan brillantes. La dirección es muy ágil, más inclinada hacia la ternura y al lirismo de algunas situaciones. Visto de otra forma, quizá el texto tuviera unos buenos grados de acidez, de dureza, de amargura -la frustración de los dos personajes que se unen está todo el tiempo soterrada-, que podrían darle más dimensión. Se ha preferido el camino veraniego de la trivialización y la poesía. A juzgar por las risas y las ovaciones de la noche de invitados, da buen resultado.

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