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Tribuna
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A dos meses del congreso extraordinario

La intensa batalla política que está librándose en la Federación Socialista Madrileña tiene un valor simbólico, no sólo por las cifras de militantes que reúne, sino por la participación en la misma de las. principales Figuras del partido, directamente o por personas interpuestas, cuando sólo faltan dos meses para el congreso extraordinario.Desde hace varias semanas, Felipe González está realizando un trabajo concienzudo de recuperación de influencia sobre las federaciones del PSOE. Muy al contrario de lo que hiciera en los meses previos al 28 Congreso, el ex secretario general se ha puesto a recorrer España, en forma similar a las campañas electorales de junio de 1977 y febrero de 1979, con la diferencia de que ahora concentra toda su atención sobre los militantes del partido. Mientras tanto, Alfonso Guerra, más silencioso que nunca, digiere el bombardeo de críticas a su persona desde el discreto puesto político que ahora desempeña, sin dejar de atender la representación del PSOE en asuntos de importancia para este partido.

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Victoria inicial del sector crítico en la asamblea del PSOE de Madrid

Las tres corrientes del PSOE de Madrid están disputando su lugar al sol casa por casa y barrio por barrio (casas del pueblo y agrupaciones son las unidades básicas de la organización socialista). Una lucha cerrada ha precedido a la asamblea de hoy, y es evidente que en la misma no se ventilan sólo cuestiones ideológicas. El conjunto del PSOE cree que, junto al asunto del marxismo o no marxismo, lo que sejuega es la estrategia política del partido: si debe volcar su esfuerzo en llegar al Gobierno, si le interesa la unidad de la izquierda, o si decide esa vía complicada que representa una «política autónoma». Igualmente se ventila el tipo de organización como partido: una formación de cuadros, un partido de masas y una organización más o menos centralizada o más o menos autónoma. Por encima de todo ello, y como superestructura que garantice una u otra opción, el problema de las personas que ocupen la dirección es la preocupación máxima.

Principales diferencias

El sector moderado, que se declara próximo a Felipe González, admite un partido donde se integren plenamente marxistas, cristianos, humanistas y libertarios, y defiende el intento de construcción de una mayoría de ciudadanos -con distintos nombres: bloque de clases, mayoría social, etcétera- capaces de obtener la victoria en unas elecciones y garantizar la hegemonía del PSOE. Al mismo tiempo plantea la necesidad de posiciones flexibles en la política de alianzas; no habla contra el pacto municipal de la izquierda, pero tampoco dice nada en su defensa, y, en general, se sospecha que estaría más próximo a formar una eventual coalición con UCD que a construir la unidad de la izquierda.

La línea marxista ha moderado un poco sus posiciones radicales de partida, y en lugar de defender la ponencia política del 28 Congreso ha optado por suavizar la expresión en muchas cuestiones. Sin negarse a la hipótesis de una coalición con UCD, este sector lo circunscribe estrictamente a un caso de verdadero peligro para la democracia y establece cauciones para el caso de que se llegara a esa medida. En lo ideológico, su proclamación marxista es menos directa que en el congreso anterior.

Al mismo tiempo, dicho sector prefiere dirigir su política normal de alianzas hacia el entendimiento con la izquierda, y pone el acento en asegurar la autonomía de las organizaciones del partido, incluso la que se refiere a la administración de los fondos. «Actualmente no hay más que una organización en esas condiciones, el Partido Socialista de Cataluña, y hablar de autonomía en el resto de las federaciones, sin estar resuelta la autonomía económica, no deja de ser engañoso», ha afirmado Luis Gómez Llorente.

Estos son algunos de los problemas fundamentales en discusión. A ellos se añaden problemas personales y de influencia política de muy diverso carácter, como es el caso concreto de Madrid, en que el enfrentamiento de las «59 tesis» (moderados) con el sector de Alonso Puerta tiene su origen no sólo en matices ideológicos y de estrategia, sino en una lucha planteada desde tiempo atrás por el control de la organización madrileña, tema que tiene sus ramificaciones en el terreno sindical y municipal.

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