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Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
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Fascismo y cheli

Mi querido amigo y académico Lázaro Carreter (conviene tener académicos hasta en el infierno) me envía su artículo Corrupción idiomática, publicado en una revista y escrito en respuesta generosa, sabia y espontánea a ciertas barbaridades radiofónicas (todos los mass/ media, radio, cine, tele, son barbarie en cuanto que escapan a la galaxia Gutenberg, la única ecológicamente habitable por el hombre culto. Fuera de ella, todo es novelización).Fernando empieza por utilizar el coloquialismo chupar rueda, no desde su alto sillón de académico, sino desde su asiento de conductor en carretera. Y luego cuenta y me cuenta que Radio Nacional, nada menos que Radio Nacional, la radio del francofascismo, que nos tenía en pie ante la sopa heroica mientras sonaba el himno, Radio Nacional denuncia y me denuncia por haber impuesto mi cheli madrileño y centralista (fascista, digámoslo) al idioma de varias nacionalidades.

Pero el rollo no lo he inventado yo -qué más quisiera-, a pesar de mi imperialismo centralista (así habla ahora la imperial y centriquísima Radio Nacional). Ay. Un acusante andaluz dice que, por mi culpa, en Sevilla se llama ya carroza al que toda la vida era un pesado. Pero carroza no es en absoluto el equivalente de pesado, ni siquiera carrozona, y así se lo señala Fernando Lázaro, tan al día de todos los castellanos del castellano, ni tengo yo malas artes ni mala parte en que los sevillanos se hayan puesto a hablar cheli, como ni siquiera tengo culpa de que me lean.

Porque la jerga cheli es subversiva y la jerga de los Quintero era conformista, señoritista y tópica. Parece que una catalana entró en la caseta radiofónica de la Feria de Abril a destiempo, para decir que yo estaba estropeando la lengua de Maragall, y ahora no sé qué hacer con Maragall, ni dónde ponerlo, pues me lo dijo una vez Simenon cuando yo le iba a por tabaco para la pipa:

-Toda familia esconde un cadáver en el armario.

En mi armario (al fin confieso) tengo el cadáver léxico de Maragall. Lázaro Carreter, con autoridad, buenas razones e inmejorable prosa, explica en su artículo que Madrid pueblo tiene poca culpa -ninguna- de lo que está pasando (no está pasando nada) y que, ya dentro del búnker lingüístico madrileño, el señor Umbral es el que menos culpa tiene de nada, porque se limita a escribir como le da la gana, respetando las ganas de los demás, cosa que si hicieran todos los escribas y fariseos del mogollón, ya habrían conseguido la primera y mejor autonomía: la de ser libres y en libertad gramatical fundarse, como a sí mismo se exigía el centralista, imperialista y fascista don Miguel de Cervantes, que acaba de quedarse sin calle en un pueblo vasco por todo eso y, además, por manco, que ya es un demasié.

Dice Lázaro que por qué a mí me inquisitorializan el cheli quienes para sí están reclamando, con todo derecho, su más puro indigenismo lingüístico. Luego, Lázaro menea un poco a los puristas de Radio Nacional, cosa que siempre conviene, y recuerda que Quevedo usó la jerga de los rufos y Valle-Inclán los timos tabernarios. En fin, querido Lázaro, que debiste tener un mal rollo de viaje Madrid/Zaragoza (también uso la barra estructural y eso no me lo reprochan, porque no saben lo que es). Yo para otra vez te aconsejo el avión, que es lo mío, desde las elegidísimas azafatas Iberia hasta el poeta Salvador Jiménez, que lleva la cosa literaria.

La generación Fernando Savater/Javier Marías tiene a gloria no leer nada español, lo que me parece un autocastigo freudiano como el del niño que decide no tomarse la papilla porque sus cosas no van bien con la tata. Ellos son niños intelígentísimos,que saben lo que hacen, pero entre quienes sólo condescienden al inglés de Sterne y quienes jamás irán más allá del castúo de Chamizo, pienso que alguien tiene que escribir de cuando en cuando en castellano. Por ejemplo, yo.

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