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Dos atracadores mantienen ocho rehenes en un banco de Barcelona

Dos atracadores armados con sendas pistolas asaltaron ayer al mediodía la sucursal del Banco Hispano Americano en la calle de Caspe, de Barcelona. Dada la alarma por un empleado del banco, acudió al lugar un coche de la policía. Los atracadores, al notar la llegada de las fuerzas del orden, optaron por encerrarse en el banco tomando como rehenes a seis empleados y cinco clientes. Tres de los rehenes fueron liberados a lo largo de la tarde, mientras que los demás permanecían en el interior de la entidad a las dos de la madrugada de hoy. Los atracadores pedían un coche de gran cilindrada con el depósito lleno de gasolina, así como que la policía les permitiera salir de la zona acompañados de dos rehenes.Sobre las diez y media de la noche, el jefe superior de Policía de Barcelona se dirigió por radio a los familiares de los rehenes, señalando que toda acción policial que se emprendiera tendría como finalidad prioritaria la protección de las vidas de los retenidos.

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La policía evitó, en varias ocasiones, la salida de los atracadores con algunos rehenes

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La policía», dijo el jefe superior, «tiene y ha tenido a lo largo del día numerosas oportunidades para penetrar en el interior del banco y enfrentarse a los atracadores. No lo ha hecho para salvaguardar las vidas de los rehenes. Es probable que la solución sea incruenta. Todo dependerá de los dos hombres armados».

Uno de los atracadores fue identificado rápidamente por la policía: se trata de Luis López Baena, de veintiséis años, nacido en Ubeda (Jaén), y, con antecedentes penales. Anteriormente había sido condenado a doce años de cárcel. El otro atracador más joven, y que parecía estar más dispuesto a deponer su actitud, fue identificado posteriormente como Rodrigo Fernández.

En efecto, la policía y las autoridades pudieron establecer contacto con los atracadores a lo largo de toda la tarde. Hablaron con ellos a través del teléfono y la radio el gobernador civil de Barcelona, José María Belloch, y el jefe superior de Policía.

En uno de los contactos telefónicos, uno de los atracadores solicitó la presencia del abogado José Sairíz Vila, señalando que era el único abogado de su confianza. Este abogado penetró en la entidad bancaria y dialogó con los delincuentes. La actitud de éstos fue constante, limitándose a pedir un coche con suficiente gasolina para escapar del lugar acompañados de dos rehenes. El abogado consiguió, no obstante, que una de las mujeres que tenían como rehén, Antonia Alonso, embarazada de cuatro meses, abandonara el banco sobre las nueve de la noche.

Con anterioridad, otros dos rehenes fueron puestos en libertad. Ello sucedía poco después de iniciada la reclusión de rehenes y atracadores. Los dos rehenes liberados lo fueron con el fin de entregar a la policía las condiciones de los atracadores.

Es de señalar que pocos minuto antes de iniciada la acción de los atracadores llegaron al lugar numerosos efectivos de la policía. El primer coche policial que llegó al lugar coincidió con un intento de abandonar los atracadores la sucursal bancaria, disparando la policía una ráfaga de metralleta sobre la puerta principal del banco.

Esta sería la única ocasión en que los atracadores intentaron la huida en solitario. En sucesivas ocasiones, la aparición de los atracadores en el umbral de la puerta del banco fue siempre acompañada de dos rehenes con los brazos en alto. La policía quiso evitar en todo momento que ganaran la calle acompañados de rehenes, por lo cual, cada vez que aquéllos hacían ademán de salir -y lo intentaron alrededor de ocho veces a lo largo dé la tarde-, los policías de paisano apostados frente al banco disparaban varios tiros para hacerles retroceder al interior.

Según declaraciones del abogado que logró hablar personalmente con los atracadores, su estado de ánimo difería. Mientras que Luis López Baería se mostraba dispuesto a resistir, el otro que le acom pañaba argumentaba que necesi taba dinero y que quería acabar con la situación. «Creo», manifestaría a EL PAIS, «que uno está desesperado, Tiene miedo a entre garse y quiere resistir. Yo les llevé hace años un asunto de drogas, creo que era grifa, y pienso que ahora van drogados, al menos el tal Luis López Baería».

Este aspecto fue asimismo corroborado por un miembro de la Brigada Antiatracos, aludiendo al comportamiento del citado atracador. Este se asomaba en repetidas ocasiones a la pequeña ventana del despacho del director de la entidad, lugar donde se encontraban rehenes y atracadores. A través de los cristales hacía gala del revólver que portaba -según la policía un Magnum 357- y señalaba con la cabeza que no iba a salir. Varios policías de paisano, parapetados frente al banco, tras varios vehículos aparcados, intentaban en vano darle a entender que nada les sucedería si se entregaban.

El suceso tuvo una enorme repercusión en toda Barcelona, principalmente debido a lo céntrico del lugar donde ocurrió. La entidad se encuentra en el número 141 bis de la calle de Caspe, esquina con la de Cerdeña. La policía acordonó la zona y la despejó de mirones. Sin embargo, no pudo evitar que unas 2.000 personas siguieran a distancia las operaciones. El tráfico rodado se interrumpió en una amplia zona y hubo embotellamientos en una buena parte de la ciudad, debido a la proximidad de la autovía de entrada a Barcelona procedente de Gerona.

El único precedente que existe de un atraco con rehenes y de tanta duración es el ocurrido hace unos cuatro años en San Baudilio del Llobregat (Barcelona), donde tres atracadores penetraron en una joyería y mantuvieron a sus rehenes durante dieciocho horas, entregándose finalmente.

Herido leve uno de los atracadores

Hacia las diez de la noche, un francotirador de la policía hizo un disparo sobre la sucursal bancaria -informa Europa Press- y resultó levemente herido el másjoven de los atracadores. La situación, a esa hora, seguía siendo tranquila, mientras se producía un relevo de las fuerzas de policía situadas en las inmediaciones del banco.

La bandera móvil de la Policía Nacional iluminó, con dos reflectores, la fachada del local tan pronto como empezó a oscurecer. Por otra parte, tres coches de la Cruz Roja acudieron al lugar.

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