Primer encuentro de Margaret Thatcher con los sindicatos
El Gobierno conservador de Margareth Thatcher y los sindicatos mantienen sus diferencias de opinión sobre política económica, pero la primera reunión entre la «dama de hierro» y el poderoso comité económico sindical ha terminado mejor de lo que se esperaba.
Un portavoz del número 10 de Downing Street, residencia oficial de la jefa del Gobierno, ha declarado a EL PAIS que la reunión mantenida a primera hora de la tarde de ayer entre la señora Thatcher y las Trade Unions se desarrolló en «una atmósfera muy amistosa». «Ambas partes», afiadió el portavoz, «mantuvieron una conversación general clarificadora sobre temas económicos.»En la reunión, que duró hora y cuarto, la señora Thatcher escuchó atentamente el punto de vista de los sindicatos sobre la política económica del Gobierno. En ella, el secretario general de las Trade Unions, Len Murray, expuso a la primera ministra el temor de que el presupuesto presentado por el Gobierno conservador se traduzca en un aumento del paro y en un descenso general del nivel de vida de los trabajadores.
Fuentes sindicales han manifestado que si los sindicatos se ven forzados a adoptar acciones para evitar la pérdida de puestos de trabajo y a presionar en sus demandas salariales, la culpa será del Gobierno, por su política económica, y no de los sindicatos. «Nuestro deber es defender los puestos de trabajo de nuestros afiliados y el mantenimiento de su nivel de vida, y el Gobierno no puede esperar que permanezcamos inactivos cuando anuncia una reducción en los presupuestos de los servicios públicos, que se traducirá en más paro y cuando el índice de precios ha subido ya cuatro puntos más», afirman dichas fuentes.
Anteriormeente, el comité económico de las Trade Unions se había entrevistado con James Callaghan y la dirección del Partido Laborista. En esa reunión se acordó mantener los tradicionales lazos de unión entre los sindicatos y el laborismo. Pero Callaghan aprovechó la ocasión para recordar a los líderes sindicales que corresponde al Partido Laborista la lucha política contra los conservadores en la Cámara de los Comunes y no a los sindicatos.
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