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La CEE defenderá una postura energética común en Tokio

«Creo que habrá una postura común de la CEE en la reunión de Tokio», declaró el portavoz de Valery Giscard d'Estaing, presidente francés, al término de la primera jornada del Consejo Europeo celebrada en Estrasburgo en torno al tema central de la crisis energética. Una postura común europea que «sólo será eficaz si se complementa con las de los demás países consumidores», es decir, sólo si Estados Unidos, Japón y Canadá llevan a Tokio el 28 y 29 de este mes un programa global de ahorro energético, limitación de importaciones de petróleo y refuerzo para la investigación de otras fuentes energéticas (nuclear, en particular).Otros puntos de la cumbre de la CEE en la ciudad alsaciana de Estrasburgo fueron la satisfacción por los índices de participación popular en las primeras elecciones directas al Parlamento Europeo y por la buena marcha del recién creado Sistema Monetario Europeo, al que Gran Bretaña -único Estado al margen del SME- decide vincularse, con la aportación de una parte de sus reservas monetarias al fondo común.

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«No es la adhesión completa, porque tenemos sólo unas semanas de experiencia de Gobierno conservador y también sólo unas semanas de aplicación del SME», manifestó el portavoz de la primera ministra, Margaret Thatcher. Después de una cena y conversaciones políticas al lado de la chimenea, en el palacio de Rohan, los nueve concluirán hoy su labor tratando las perspectivas de una adaptación del tiempo de trabajo en la CEE, con vistas a reducir el paro, y de sus relaciones comerciales con Japón.

A pesar que hay orientaciones generales comunes en el tema de la energía, punto clave de esta segunda sesión anual del Consejo Europeo, no hay identidad de opiniones sobre cómo controlar las especulaciones sobre el precio del petróleo, o cómo iniciar un diálogo con los países productores de petróleo agrupados en la OPEP. Las dos tesis opuestas siguen siendo las de Giscard, que desea un control de los mercados libres de petróleo en Europa (Rotterdam y Génova), y las del canciller alemán, Helmut Schmidt, partidario del liberalismo entre la oferta y la demanda en productos petrolíferos. Bonn y Londres tampoco son entusiastas de una estrategia separada de los países del Mercado Común en sus relaciones con la OPEP. «El problema es global y sólo tiene soluciones a escala mundial», dicen en Bonn.

Criterios comunes

Sí, en cambio, hay identidad de criterios de cómo se aborda el capítulo de fuentes de apoyo -no de sustitución- al petróleo. Unanimidad alrededor del sector nuclear, a pesar de la fuerte oposición en muchos países ante los peligros del átomo y su radiactividad. Es probable que los nueve apoyen en la cumbre occidental de Tokio la creación de un Instituto de Nuevas Energías, cuya misión sería la de coordinar esfuerzos financieros y tecnológicos cara al futuro.

Para evitar interpretaciones demagógicas en relación con el sector nuclear, según palabras de los expertos comunitarios, podría solicitarse los servicios de la Agencia Internacional para la Energía Atómica (AlEA), con sede en Viena, para refuerzo de las medidas de seguridad en las centrales nucleares. Carbón, geotérmica y solar serían otras fuentes complementarias de energía, imprescindible -citan los informes comunitarios- para mantener un ritmo de crecimiento económico en Europa. Crecimiento que será sólo del 2,8% en 1980, en el conjunto de la CEE, abriendo una década de austeridad y alto índice de paro.

El Consejo Europeo de la CEE, que por insistencia de Giscard d'Estaing se celebra por segunda vez en territorio francés en el plazo de una misma presidencia semestral de la Comunidad, reúne como testigos de la problemática actual europea, además del presidente francés, al canciller de la RF de Alemania, Helmut Schmidt; al premier de Gran Bretaña, Margaret Thatcher; al italiano Giulio Andreotti; al holandés Andreas van Agt; al belga Wilfrid Martens; al danés Anker Joergensen; al irlandés Jack Lynch -cuyo país ocupará la presidencia de la CEE en el segundo semestre de este año-, y al presidente dimisionario después de la derrota electoral, el luxemburgués Gaston Thorn.

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