Raúl Chávarri ganó un millón de pesetas por un breve relato erótico
El premio Lui de relatos eróticos lo ganó el crítico de arte Raúl Chávarri, que por su narración Solos los tres, de aquel carácter literario, obtendrá un millón de pesetas. El fallo, decidido por el equipo directivo de la revista Lui, se dio a conocer ayer tarde en Madrid. Se presentaron al concurso, convocado hace más de un año por la antigua empresa de Lui y confirmado por la actual, Ediciones Dos, 339 narradores, de casi todos los países de lengua española y de Estados Unidos.Fernando Quiñones, escritor andaluz que envió su plica escrita en un papel de la beneficencia gaditana, quedó en segundo lugar, con su obra G 12 /14 Legionaria, una historia de una mujer de la vida sevillana, cuya narración aparentemente se hallaba transcrita de una cinta magnetofónica. Fernando Sánchez Dragó, el popular autor de Gargoris y Habidis, una especie de relato mágico de la historia de España, quedó en tercer lugar con su narración A nabasis, que, muy propiamente, llevaba como lema el de Pro republica est dum... José García Martínez (el humorista P. García) quedó en cuarto lugar, con un relato erótico cuyo carácter queda revelado por su título: Suárez & González, diplomados en sexologia. En el lema fue más tímido el humorista García: lo signó como Metrópolis.
La extrañeza por la presencia de Chávarri en esta pléyade de escritores eróticos hizo enmudecer por unos segundos al secretario del jurado, Juan José Plans, autor de ciencia ficción y novela policíaca. Fiel a su profesión literaria, el señor Plans guardó unos minutos de suspense hasta que llegó a articular palabra: «El autor de Solos los tres, bajo el lema El amor es carga pesada, mejor llevarla entre tres es, es, es Raúl Chávarri.» Luego explicaría su titubeo, paralelo al que sufren los profesores de Oxford, diciendo que nadie se esperaba, «ni siquiera nosotros, que estamos en esto de las letras», que Raúl escribiera tal clase de relatos. Luego Juan José se extendería en consideraciones sobre la represión que durante tiempo ha pesado sobre los escritores españoles, que ahora sacan de sus cajones textos que antes no hubieran sido canalizados por la rígida censura. El jurado comenzó a sentirse complacido cuando, entre esos escritores con relatos inéditos, comenzaron a figurar literatos reputados como famosos. El primero fue Manuel García Viñó, teórico y práctico de la novela española. «Si seguimos así, decía feliz Enrique Meneses, director de Lui, nos encontraremos con que ha concursado Pernán.»
Sin presión de los autores
El jurado-directivo de Lui estaba muy preocupado por convencer a los asistentes a la lectura del fallo que en ningún momento hubo presión de los autores sobre los calificadores, quienes se ocultaron en un profundo anonimato. Esa intención de permanecer en él les obligó a desviar la atención de los autores que se les acercaron. ¿Hubo dificultad en discernir entre obras pornográficas y obras eróticas? «No», dice Plans, «eso está en la propia obra, en la calidad de lo que se escribe. A veces es tan complicado hablar del sexo de los ángeles como hablar de la distinción que mencionas. »El relato de Raúl Chávarri, blanco y terso como un cuadro de Fontana (había unas lámparas que recordaban a Fontana en el restaurante donde se abrieron las plicas), demuestra que esa distinción es muchas veces falsa. A lo largo de los dieciséis fólios que tiene Solos los tres hay una narración pura, casi esquelética, de una relación que recuerda el Jules et Jim clásico, un distante menage-a-trois que Raúl Chávarri resuelve con una maestría ligera, como si quisiera olvidar que él es quien cuenta. Durante la breve obra, si al periodista se le permite una leve incursión en el universo de la crítica literaria, hay referencias constantes a la recuperación actual de los moldes clásicos de la cultura -Albinoni, la semiología, el atletismo como cultivo del cuerpo-, que sirven de contrapunto a la que es una compleja historia de amor entre una dama sofisticada, un joven futbolista y un profesor invitado, que es quien acomete la narración.
El mundo del balompié
La atmósfera del cuento de Chávarri podría quedar condensada en este párrafo, que haría palidecer de envidia a los autores que en este país aún no han acometido el relato literario del mundo erótico del balompié: «Mientras las mujeres tomaban el sol o buscaban en la sombra el mantenimiento de los privilegios de su cutis, los muchachos jugaban al fútbol de esa manera elástica e incansable, como sólo saben hacerlo los brasileños. Entre ellos estaba Nadir. Siempre recuerdo su regate largísimo, que era como un noviazgo con el balón; se alejaba veloz después de haberlo impulsado, daba un rodeo que en su zancada parecía breve y volvía a encontrarlo. El pie desnudo acariciaba casi la esfera de plástico, la seguía, era casi amoroso en los últimos metros antes de lanzar el golpe certero, el remate que era la derrota del portero o, por lo menos, la situación apurada que alguien salvaba en el último momento. »Raúl Chávarri cuenta desde el recuerdo, lo que le da a su historia un aireproustiano cuya nostalgia se manifiesta al final. Es un periódico, hoja inocente de todo erotismo, el que le ha traído las imágenes de un pasado vivido en un mundo idílico: Londrina, donde Argentina cambia de nombre. « Pero ahora tengo que recordarlo, que contártelo todo. ( ... ) Ha llegado el momento de empezar. Porque este periódico atrasado en su lugar de origen y recién venido sobre mi mesa dice en una de sus páginas que te has muerto, que reposas al lado de Buckley en el cementerio de Londrina, justo en un lugar del paisaje hacia el que no mirábamos nunca.» Como dijo Juan José Plans, miembro de una revista que quiere ser «mucho más que una revista erótica», Lui ha premiado un relato que es algo más que simplemente erótico.
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