Los socialistas italianos no apoyarán a un Gobierno "que desuna a la izquierda"

Los socialistas italianos se han convertido en el fiel de la balanza para la formación del nuevo Gobierno «que desuna a la izquierda dicho que no apoyará a un Gobierno «que desuna a la izquierda». El único punto seguro es que los comunistas volverán a la oposición. Después de una reunión de la dirección del partido, el secretario general, Enrico Berlinguer, ha dicho categóricamente que los comunistas no apoyaran ningún Gobierno en el que ellos no entren directamente.Se esperaba con expectación la reunión de la dirección del Partido Socialista y la ponencia de su secretario general, Bettino Craxi. Pero en realidad se está repitiendo la historia de antes de las elecciones. Los socialistas hablan de lo que no quieren, pero no proponen soluciones concretas. Craxi ha reiterado que no es posible hacer un Gobierno de centro, que tampoco se puede volver al centro- izquierda, pero que es necesario al mismo tiempo dar un Gobierno estable a este país para evitar llegar de nuevo a elecciones anticipadas.

Según se dice en los pasillos de las diversas oficinas políticas, Craxi está dispuesto esta vez a apoyar desde fuera un Gobierno formado por la democracia cristiana, los socialdemócratas, los republicanos y los liberales. Y esto hasta que se celebre en otoño el congreso democristiano, que se pronunciará definitivamente sobre la permanencia o no en la secretaría de Benigno Zaccagnini, si el partido de mayoría relativa desea continuarla política de diálogo con los comunistas, o bien volver a una política de centro, como desean Fanfani y su grupo.

Pero si esta es la línea de Craxi, dentro de su partido existen grupos que no están de acuerdo con esta política, como Ricardo Lombardi, el líder de la izquierda del partido, y el ex secretario De Martino.

Craxi no ha vencido en las elecciones y no es un líder indiscutible, pero el hecho de que el partido no ha perdido votos y de que han sido castigadas las dos mayores formaciones políticas italianas, es considerado por el señor Craxi como una respuesta positiva de los electores contra el compromiso histórico. Esta es quizá, hoy, su mayor fuerza.