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Una travesía histórica: la del canal de la Mancha en un avión a pedales

El 12 de junio de 1979 será en el futuro una fecha memorable en la historia de la aviación mundial. Ayer, un ciclista profesional americano de veintiséis años, delgado y con gafas, y natural del estado de California, llamado Bryan Allen, consiguió cruzar el canal de la Mancha en un avión de tracción humana.

Allen atravesó el canal entre Folkestone (Inglaterra) y cabo Grisnez (Francia) en un tiempo de dos horas y cincuenta minutos pilotando el Gossamer Albatros, una estructura de plástico de veintisiete kilos y medio de peso, con el solo esfuerzo de unos pedales que impulsaban a la hélice trasera a un ritmo de 75 revoluciones por minuto.El intento estuvo a punto de terminar en fracaso en varias ocasiones. Primero en el despegue, realizado en una rampa sobre una zona del muelle de Folkestone, y que tuvo que ser aplazado por dos veces ante el anuncio de vientos demasiado fuertes sobre el canal. Y, posteriormente, durante la travesía, cuando el Albatros casi rozaba las olas como consecuencia de turbulencias imprevistas y que le obligaron a descender desde la altura estimada de crucero, de unos cuatro metros, a una casi rasante de metro y medio. Hubo un momento, a mitad de la travesía, en que el piloto comunicó a la flotilla de salvamento que le seguía que se preparasen a recogerle porque el aparato se negaba a elevarse.

Pero, al fin, lo consiguió. A las 8.40 de la mañana, Allen posaba suavemente el Gossamer Albatros sobre la playa de cabo Grisnez.

Una botella de champaña, un ramo de rosas, el beso de la alcaldesa francesa y el entusiasmo de los aficionados recibieron al esforzado aviador-ciclista en tierra gala. «Estoy muy cansado», declaró, «Hubo un momento en que creí que no lo iba a conseguir. Las olas estaban muy cerca, pero apreté los dientes y seguí pedaleando con furia.»

Allen se repartirá un premio de 100.000 libras esterlinas (casi catorce millones de pesetas) con el equipo científico, que dirigido por el doctor Paul McCready, ha sido el responsable de la aventura. Un industrial británico de la isla de Man, Henry Kramer, ha sido el mecenas de este vuelo. Kramer estableció el premio hace veinte años para el primer hombre que consiguiera cruzar el canal en un avión de tracción humana.

Kramer no conoció la noticia hasta las primeras horas de la tarde, ya que se encontraba en viaje de negocios por el sur de Francia. «Es magnífico», declaró; «esta hazaña demuestra lo que la determinación humana puede conseguir».

No es difícil predecir que, dentro de unos años, el Gossamer A lbatros, figurará en un museo de aeronáutica, como sus predecesores, los Spirit of Saint Louis y los Plus Ultra.

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