No al naranjendro
Escribo aterrado ante la perspectiva de que la imagen de España esté representada durante muchos años por la caricatura de un tío gordo de sonrisa estúpida, mirada zafia y piel celulítica. Y esto en el país de Picasso y de Dalí. Si no se busca otro símbolo me veré en la penosa alternativa de pedir pasaporte de apátrida a las Naciones Unidas.
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