Actos innobles
Es bochornoso e indigno el espectáculo que dan ciertas gentes en los entierros y desfiles -por ejemplo, el de Sevilla-, insultando al Rey, al teniente general Gutiérrez Mellado y al presidente del Gobierno. A la vista de estas manifestaciones de salvajismo, yo me pregunto: ¿qué hubiera pasado si en el desfile de la victoria alguna o algunas personas hubieran insultado a Franco y su Gobierno? Se habría armado la de San Quintín, con las consiguientes detenciones y las secuelas que de ellas se derivaban en aquel tiempo. Sin embargo, el otro día no sólo no detuvieron a nadie, sino que esos insultos fueron demasiado frecuentes. Y esto es lo verdaderamente bochornoso.Al Rey, por muchas razones, se le debe acatamiento y respeto, la Constitución así lo dice. ¿Cómo, entonces, no se toman medidas tajantes que corten de una vez por todas estas actitudes antiespañolas, antidemocráticas y provocadoras que mantienen un sector de los españoles?
Yo, desde este periódico, rindo mi respeto y admiración a nuestro Rey, el de todos los españoles, aunque a algunos esto se les atragante y le deseo serenidad y firmeza, lo mismo que a su Gobierno y partidos políticos, para superar estos momentos que atraviesa nuestra patria, la de todos los españoles, no la de unos pocos, como ellos creen.