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Una anciana soviética, trabajadora ejemplar, acusada de traición

Una historia tremenda ha sido publicada ampliamente ayer por el diario Pravda, en un relato sobre el juicio seguido contra una anciana soviética acusada de colaboracionismo con los nazis durante la segunda guerra mundial y de ser la encargada del fusilamiento de sus compatriotas. En la amplia información no se menciona la sentencia. Según la crónica del citado diario, Tania Makarova se incorporó al principio de la Gran Guerra Patria a un destacamento de zapadores como cantinera del mismo. Durante el cerco de Moscú se escapó a Lokot, aldea próxima a la capital de la URSS, y se puso a disposición de los alemanes, quienes le proporcionaban alimentos y treinta marcos mensuales.Lokot es una pequena ciudad cuyo territorio perteneció a Mijail Romanov, hermano del último zar ruso. Después de la revolución soviética el lugar era conocido por haber sido establecida allí una gran finca para la cría de caballos. Los alemanes organizaron en esta zona un campo de concentración, en cuyas caballerizas murieron gran número de soviéticos.

Tania Makarova se hizo famosa entonces por ser la encargada de la ametralladora que, instalada en un foso, era manejada por ella, siguiendo las órdenes de los jefes nazis, quienes la tenían como una heroína, y su fotografia, cuando realizaba las ejecuciones, era recogida y dada a la publicidad como prueba de la colaboración que prestaba una mujer soviética en la guerra. En 1943, Tania abandonó el campo hitleriano y se incorporó a un hospital soviético, donde conoció a un soldado ruso herido, con quien posteriomente se casaría.

Curiosamente, su retrato ha figurado en los lugares de honor junto a los de los veteranos de la guerra. Ahora, reconocida por algunos testigos que sufrieron el encarcelamiento nazi en el campo de Lokot, ha sido juzgada. Todo parece indicar que el castigo ha de ser severo y, acusada de traición, se supone que puede ser condenada a la última pena, si bien su intachable conducta mantenida en los últimos años debe servir para concederle un perdón que seguramente se ha merecido.

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