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Pérez Llorca provoca en el Congreso un grave incidente con la izquierda

La imprevista intervención del ministro de la Presidencia, José Pedro Pérez Llorca, acerca de una proposición de ley socialista sobre el derecho de asilo, dio origen ayer a los incidentes más graves ocurridos en el Pleno del Congreso de los Diputados desde su constitución en esta legislatura. El grave incidente -una velada acusación al Grupo Socialista de condenar el terrorismo sólo de palabra- fue resuelto momentáneamente por el presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, quien subió repentinamente a la tribuna de oradores para, indirectamente, desautorizar al señor Pérez Llorca y reiterar su convencimiento y el de su Gobierno en la plena responsabilidad y sentido del Estado de todos los grupos parlamentarios presentes en el Congreso de los Diputados.Levantada la sesión, representantes de la izquierda solicitaron la dimisión del ministro de la Presidencia, al que acusan grave irresponsabilidad política. Felipe González solicitó que el acta taquigráfica de la intervención deI señor Pérez Llorca fuera remitida al Gobierno.

El debate sobre la proposición de ley socialista se había desarrollado en términos duros, pero correctos, entre el portavoz del PSOE, Gregorio Peces-Barba, y el diputado centrista Miguel Herrero de Miñón, que ostentaba la representación del Gobierno.

El señor Peces-Barba defendió su proposición de ley, aunque admitió que podía ser objeto de mejoras, y recordó la situación de inseguridad jurídica en que se mueven miles de extranjeros residentes en España. Aludió a una reciente orden ministerial sobre el tema, en la que se reconocía la urgente necesidad de regular la residencia de extranjeros en nuestro país.

El portavoz socialista defendió la creación de un organismo autónomo encargado de estudiar la concesión del derecho de asilo en cada caso.

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Adolfo Suárez dio satisfacciones a la izquierda tras la intervención del ministro de la Presidencia

(Viene de primera página)

El diputado socialista afirmó que aunque el Ministerio del Interior tendría mucho que decir en el tema, deberían estar representados otros ministerios, como el de Asuntos Exteriores. Propuso que el organismo autónomo dependiera del Ministerio de la Presidencia.

El señor Herrero de Miñón inició su intervención afirmando que felicitaba al señor Peces Barba por reconocer que su proposición de, ley podía ser objeto de mejora, «tantas», añadió, «que mejor es no tomarla en consideración». Tras señalar que la regulación de¡ derecho de extranjería y la eliminación de la inseguridad jurídica de los súbditos de otros países que viven en España no es un tema prioritario -«otra seguridad es más acuciante »-, afirmó que la proposición de ley contenía elementos de irresponsabilidad política. «Se excluyen del derecho de asilo», indicó el señor Rodríguez de Miñón, «los delitos de terrorismo, pero se introduce un eximente en razón de un estado de necesidad. » Consideró que este concepto era especial mente grave y que nadie hasta entonces en esta Cámara había estimado nunca que pudiera haber eximentes para los actos de terror. Sometida a votación la proposición de ley socialista, fue derrotada por 155 votos, frente a 119 y dos abstenciones. En el turno de explicación de voto, el señor Peces-Barba dijo que el señor Herrero de Miñón había puesto en su boca palabras que no había dicho y recordó una anécdota de cuando ambos pertenecían ala ponencia constitucional: «El señor Herrero nos decía en muchas ocasiones que no debíamos poner tal o cual cosa porque sólo existía en la Constitución de Ruanda Burundi. Un día el ponente socialista se hartó, pidió la Constitución de Ruanda Burundi y no decía nada de esas cuestiones.» Señaló que la responsabilidad política de su grupo había quedado ya claramente expuesta en muchas ocasiones y que había quedado patente en la sesión anterior al firmar la declaración conjunta condenatoria del terrorismo. «Es inaceptable que se hagan bromas y gracias sobre esta cuestión», terminó.

El señor Herrero de Miñón, por su parte, dijo que al votar en contra su grupo y el Gobierno eran conscientes de la responsabilidad que tienen hacia los extranjeros que quieren hacer de España un asilo para la libertad y la paz.

Cuando el debate ya estaba cerrado y el presidente de la Cámara, Landelino Lavilla, daba entrada al siguiente punto del orden del día, el ministro de la Presidencia, José Pedro Pérez Llorca, pidió la palabra y subió a la tribuna de oradores. Dijo que el Gobierno consideraba necesarias unas matizaciones y negó que el señor Herrero de Miñón aludiera en la ponencia constitucional a la Constitución de Ruanda Burundi, entre otras cosas porque son dos territorios distintos con Constituciones distintas. Señaló que reconocía el sentido ético del Estado del señor Peces Barba, pero consideró que era grave que en la proposición de ley socialista se considerara que el terrorismo podía tener una exigente, una justificación. Añadió que España se encontraba en una situación concreta y que quería recordar que en la sesión anterior todos los grupos claramente al lado del Estado, porque el Estado estaba en un proceso de guerra revolucionaria por el terrorismo. El señor Pérez Llorca, señaló también que el Parlamento «tiene que dar idea de que los actos y las ideas coinciden», y aludió a la «solidaridad que requiere el Estado en su lucha contra el terrorismo».

Progresivamente, el tono del señor Pérez Llorca había ido adquiriendo matices más irritantes para el Grupo Socialista, cuyos miembros daban muestras de inquietud en sus escaños. El ministro de la Presidencia no pudo terminar de modo audible su parlamento cuando comenzó a decir textualmente: «Queremos hacer una llamada a la responsabilidad para que cuando se trata de estas cuestiones, determinados grupos no enfoquen tan simplemente el problema terrorista, que se convierta en expresiones de solidaridad en el momento de las palabras y en proposición de derogación ... ». Los diputados socialistas prorrumpieron en un fortísimo abucheo, en el que fue posible escuchar gritos de «basta basta», proferidos por Vicente Sotillo, o los de «no hay derecho», «señor presidente, debe usted interrumpirle», «es un irresponsable», pronunciados por otros.

Felipe González pide calma

El ex secretario general del PSOE y presidente del Grupo Socialista del Congreso, Felipe González, se levantó de su escaño y vuelto hacia sus compañeros pidió calma. El señor Pérez Llorca aprovechó el momentáneo silencio para decir: «Siento que se haya introducido la violencia en esta Cámara». frase que fue de nuevo acogida con un enorme abucheo. El presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, que había asistido a la última parte del enfrentamiento en un lateral de la Cámara, se dirigió apresuradamente a su escaño, con aspecto muy preocupado. La consternación entre las filas de los diputados centristas era evidente y no se produjo ninguna reacción por su parte.

En el turno de alusiones, el portavoz socialista, señor Peces Barba, dijo que no se iba a poner a la altura del ministro de la Presidencia. Negó que hubiera mentido en el tema de la Constitución de Ruanda Burundi y acusó al señor Pérez Llorca de haber realizado un montaje inexplicable vertiendo unas acusaciones gravísimas. « Esto es todavía más inexplicable cuando el señor ministro de la Presidencia me dijo ayer, en una conversación personal, que por su parte no existía ningún inconveniente a la toma en consideración de nuestra proposición de ley».

Eduardo Martín Toval, en nombre del Grupo Socialista catalán, y en un tono entrecortado, afirmó que el ministro de la Presidencia era un irresponsable al desvirtuar un tema de tanta trascendencia como la postura de los socialista frente al terrorismo.

El señor Pérez-Llorca subió de nuevo al estrado visiblemente nervioso y pálido, para decir que en sus palabras no había habido ningún Juicio de intenciones y lamentar que el sentido ético del señor Peces-Barba no le hubiera impedido hacer uso de una conversación particular, cuyo sentido no había sido el que afirmaba.

El diputado comunista Josep Solé Barberá, indignado y enérgico, afirmó: «Da la impresión de que esta Cámara no es la de ayer, y no lo digo como un elogio. Señores del Gobierno, esta no es forma de tratar a unas minorías que ayer hicieron gala de una enorme responsabilidad política. No es forma de tratar a la minoría socialista y a la minoría comunista que ha votado también a favor de la toma en consideración de esta proposición de ley. »

Suárez rectifica a Pérez Llorca

Repentinamente, Adolfo Suárez se levantó de su escaño y pidió permiso al presidente de la Cámara para hablar. Se disculpó por no haber presenciado el debate en su totalidad y afirmó que si alguna de las palabras pronunciadas en el mismo habían sido interpretadas por algún grupo como un ataque a sus más profundas convicciones en contra del terrorismo y a favor de la unidad de España, estaba seguro de que esas palabras no albergaban en absoluto una intención semejante. «Como presidente del Gobierno y como presidente de UCD, no me cabe la menor duda de la recta intención de todos los grupos presentes en esta Cámara», insistió.

El señor Suárez, tenso y visiblemente preocupado, dijo que el señor Pérez Llorca había señalado que sus palabras no albergaban ningún juicio de intención, y repitió una vez más su gratitud como presidente del Gobierno a todos los grupos parlamentarios que apoyaron la declaración institucional. «No me cabe duda, repito, de que todos buscamos la consolidación de la democracia.» Sus palabras fueron acogidas con aplausos por parte de los diputados centristas.

Desde su escaño, Felipe González pidió al presidente de la Cámara que una copia del acta de la intervención del señor Pérez Llorca fuera remitida al presidente del Gobierno para que pudiera comprobar si había existido o no juicio de intenciones. El señor Lavilla tomó nota de la petición y levantó la sesión inmediatamente.

En los pasillos, Santiago Carrillo, secretario general del PCE, afirmó que había sido una provocación y pidió que el señor Pérez Llorca presentara inmediatamente la dimisión. Felipe González dijo que «hay algún ministro que no sabe lo que tiene debajo de los pies». El señor Pérez Llorca, que abandonó el palacio del Congreso en compañía del presidente del Gobierno, se negó a hacer declaraciones.

El ministro de Justicia, Iñigo Cavero, comentó apesadumbrado: «Siento que haya ocurrido esto.» El diputado del Partido Nacionalista Vasco (PNV) Josu Elorriaga estimó que el presidente de la Cámara no se había comportado correctamente al permitir que el señor Pérez Llorca hablara como lo hizo, y Ramón Tamames, del PCE, calificó lo ocurrido de una payasada. «A partir de aquí ha comenzado la marcha atrás del, señor Pérez Llorca», añadió. El propio señor Herrero de Miñón, que. había intervenido en la polémica, se mostró extrañado por las palabras del ministro.

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