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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La burocracia de la Seguridad Social

El viernes 18 del presente mes, mi hijo de seis años, Luis Javier, amaneció con algo de fiebre, por lo que tuvo tratamiento de un pediatra. Al mediodía, el niño tenía más fiebre; a las cuatro, concretamente, 38 grados. Empezó a encontrarse peor, hasta el punto de decirme que veía doble imagen, después que no veía, las piernas le dolían mucho, la cabeza igual, decía que tenía lágrimas, lo que no era cierto. Se le puso el termómetro y tenía 40,5 grados de temperatura a las cinco de la tarde, por lo que llamamos a nuestro médico pediatra de urgencia, perteneciente a una sociedad(pasa a página 10)

La burocracia de la Seguridad Social

(Viene de página 9)médica privada; pero viendo que el niño se agravaba por momentos le trasladamos a la clínica La Paz, de la Seguridad Social.

En urgencia infantil nos dijeron que fuésemos a urgencia de adultos, dado que el niño tiene más de siete años. Allí, una sanitaria, desconozco nombre, grado, etcétera (se negó a identificarse), dijo que no le atendía porque el centro que le correspondía era Ramón y Cajal. Le exigí un certificado que justificase por qué no le había atendido. Me dijo que claro que me lo hacía, pero volvió al cabo de unos momentos acompañada de un señor, que tampoco se quiso identificar, y me dijo que el centro que me correspondía era el Gran Hospital del Estado. Tampoco le prestó atención alguna ante nuestra petición (mía y de mi mujer); apelamos a su sentido humanitario, ética profesional y, sobre todo, al estado del niño. Cuando le dije que quería tratar con una persona que tuviese más categoría laboral que él, me respondió que perdía el tiempo y me dejó con la palabra en la boca, marchándose ambos.

Pregunté en información qué centro era el que me correspondía, dada la contradicción de una y otro. Cuando tuve respuesta y nos íbamos, se acercaron dos señores que habían visto y escuchado todo y que, casualmente, regresaban al Gran Hospital, ya que eran el conductor y camillero de una ambulancia del citado centro, que habían hecho un servicio a La Paz. Pusieron al niño en una camilla y junto con mi mujer le trasladaron en la ambulancia hasta el Gran Hospital. Ese mismo día presenté denuncia contra la clínica La Paz. Por cierto, ¡cuántas incomodidades para poder formalizarla!

El niño, posteriormente, siguió con tratamiento y ya está bien. El motivo de la presente es que estos hechos se divulguen para que la burocracia deje de justificar la negligencia de algunas personas y ayuden a establecer sistemas que eviten casos tan desagradables.

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