Asesinado el ministro de Educación de El Salvador
Catorce jóvenes, pertenecientes al Bloque Popular Revolucionario (BPR), resultaron muertos en la tarde del martes por fuerzas de seguridad de El Salvador, en un en un enfrentamiento producido en las inmediaciones de la embajada de Venezuela en la capital salvadoreña, ocupada desde hace doce días por nueve militantes. En una acción presumiblemente de represalía, un comando armado asesinó en la mañana de ayer al mininistro de Educación del Gobierno de El Salvador, Carlos Herrera, cuando se trasladaba en autornóvil a su despacho. En el atentado, que fue reivindicado por un grupo armado, murieron también el chófer del automóvil y un policía. La Asamblea legislativa de El Salvador. reunida ayer con carácter de urgencia, decretó el estado de sitio en el país por el término de treinta días.El primer incidente se produjo cuando un grupo de manifestantes del BPR, cuyo número no sobrepasaba el centenar, se acercó a la representación diplomática venezolana, situada en una zona residencial de San Salvador. Los manifestantes procedían de la catedral, en el centro de la ciudad, igualmente ocupada desde hace dos días por el BPR y, según sus propias versiones, tenían la intención de llevar alimentos y agua a sus compañeros encerrados en la sede diplomática venezolana. Al llegar a las cercanías de la embajada, los policías que vigilaban la zona comenzaron a disparar sin que (siempre según las fuentes del BPR) mediara provocación alguna.
El tiroteo duró alrededor de quince minutos. Cuando el fuego cesó, la Cruz Roja salvadoreña pudo acercarse al lugar y contabilizar los muertos y heridos. La mayoría son jóvenes que no llegan a los veinte años. No se produjo ninguna víctima entre los miembros de las fuerzas de seguridad.
Pasa a página 2
Catorce jóvenes, muertos por la policía en El Salvador
(Viene de primera página)
Las versiones oficiales señalan que la policía tuvo que responder con sus armas a la provocación de los manifestantes. Según dichas fuentes, la actitud del grupo era abiertamente hostil y su intención era rescatar a los nueve compañeros del BPR ocupantes de la embajada de Venezuela. La policía señala que los manifestantes sembraron de tachuelas las calles adyacentes a la representación diplomática, con el objeto de impedir la llegada de vehículos de auxilio al reducido grupo de policías que custodiaban la embajada. Este enviado especial estuvo pocos minutos antes de que se produjeran los trágicos sucesos en el lugar y pudo comprobar, en efecto, el escaso número de agentes de seguridad estacionados allí.
Cuando fueron conocidos por la población los incidentes de la embajada venezolana, produjeron una inmediata reacción de temor. A primeras horas de la noche las calles céntricas aparecían escasamente concurridas. Restaurantes, discotecas, cines y salas de espectáculos registraron una escasísima concurrencia y algunas optaron por cerrar.
El primer Gobierno extranjero que reaccionó ante la situación fue el de Venezuela. Con un gesto equivalente al de la ruptura de relaciones diplomáticas, Santiago Ochoa (escapado 48 horas antes, junto a otros funcionarios, de la sede de la embajada) convocó a los integrantes de la misión dliplomática y a todos los venezolanos residentes en San Salvador y les comunicó que había recibido órdenes del Gobierno de Caracas de abandonar inmediatamente el país.
Si la ruptura de relaciones se oficializa, quedarán en absoluta indefensión los nueve miembros del BPR ocupantes de la embajada de Venezuela, a los que se había ofrecido asilo político en Panamá. El Gobierno de El Salvador quedará sin interlocutores válidos para resolver pacíficamente la grave situación. En este caso aumentarían las posibilidades de que las autoridades salvadoreñas se decidan a desocupar violentamente la embajada.
De forma inesperada, el martes realizó una visita a El Salvador el presidente de Guatemala, general Romeo Lucas. El objeto oficial del viaje fue firmar un convenio de integración de los sistemas eléctricos salvadoreño y guatemalteco, pero los observadores atribuyen mucha mayor importancia política a la presencia del general Lucas en San Salvador. El presidente de Guatemala, y su colega salvadoreño, general Carlos Romero, conversaron sobre la tensa situación existente en este país centroamericano y en Nicaragua y que puede, en cuaquier momento, extenderse a Guatemala y Honduras, países en os que la situación sociopolítica es similar a la salvadoreña. El general Romeo Lucas aprovechó un encuentro con los periodistas para acusar directamente a Cuba de lo que está sucediendo en Centroamérica.
Mientras tanto, la tensión en la capital salvadoreña era evidente en las primeras horas de la mañana de ayer. Los transportes públicos no funcionaban, ante las amenazas recibidas por los propietarios de autobuses de que los vehículos serían incendiados si salían a las calles. No se ve un solo policía en la ciudad, salvo los que custodian edificios estratégicos. Según algunas fuentes, los efectivos de seguridad están concentrados en los cuarteles para evitar atentados. Ni siquiera realizan sus funciones los agentes de tráfico.
Son muchos los que opinan que el Gobierno salvadoreño no puede mantenerse muchos días más sin adoptar una decisión con respecto a los problemas que vive el país. La incógnita es saber en qué dirección se tomará aquella decisión. Las alternativas son pocas: o eliminar por medio de la fuerza los focos de oposición, situados fisicamente en los nueve templos y dos embajadas ocupadas por el BPR o claudicar ante las exigencias de los revolucionarios, cuya juventud y determinación idealista están asombrando al mundo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.