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FERIA DE SAN ISIDRO: OCTAVA CORRIDA

Ya está bien de tomaduras de pelo

Plaza de Las Ventas. Octava corrida de feria (domingo). Toros de Eugenio Marín Marcos, bien presentados. astifínos, mansos, peligrosos, duros: les pegaron muy fuerte en varas; derribó el primero. Manuel Rodríguez: Tres pinchazos y se acuesta el toro (algunos pitos). Pinchazo bajísimo, media perpendicular. rueda de peones y tres descabellos (silencio). Antonio Rojas: Pinchazo hondo y tres descabellos (algunos pitos). Media atravesada (silencio). Curro Fuentes: Estocada caída (silencio). Media estocada tendida (palinas).Angel Peralta, con un toro de Bohórquez Domecq, tres rejones que escupe el toro y otro enhebrado, acaba el sobresaliente de tres pinchazos y cuatro descabellos (pitos). Fermín Bohórquez, rejón trasero (vuelta con protestas).

Cuando se publicaron los carteles de la feria de San Isidro, para la corrida del domingo estaban anunciados toros de Salvador Guardiola. Posteriormente, sin razón que lo justifíque -pues nadie dio, explicaciones sobre el asunto- esta ganadería fue sustituida por La Guadamilla. Con ello empeoró un cartel, que ya era de suyo malo; quizá el peor de todo el abono.

El único atractivo de la corrida estaba, precisamente, en los guardiolas, por lo cual es aún más grave que se cayeran del cartel sin motivo. Según rumores, fue el propio ganadero quien decidió retirar sus toros, pues, en su opinión, no tenían categoría los espadas que iban a lidiarlos. O quizá la razón fuera otra. Nos da lo mismo. Cuando un empresario anuncia abono y pone a la venta las localidades, se supone que todo lo tiene rematado y en regla, incluidos los correspondientes contratos de toreros y ganaderías. Y sí algo sustancial de los festejos le falla, debe hacerlo público, dar conocimiento de las causas y anunciar en lugares bien visibles que los espectadores tienen derecho a que les devuelvan el ¡mporte de las localidades.

A la hora de la verdad. que en este caso es el reconocimiento veterinario, tampoco valió lo de La Guadamilla y se sustituyó por una corrida de Eugenio Marín Marcos, cuyos productos tienen bien ganada fama de mansos y deslucidos. Es decir, que lo único atractivo del cartel original se había convertido en algo tan malo, o peor, que el resto. Y estamos en las mismas, porque la mayor parte del público ni se enteró del nuevo cambio. Muchos -y doy fe de ello, pues hube de aclarar personalmente los errores y las dudas a numerosos vecinos de localidad- estuvieron creyendo durante buena parte de la corrida que lo que saltaba a la arena eran guardiolas, a excepción del primero, único que anunciaron como de Marín Marcos en la tablilla de chiqueros.

Esto es una tomadura de pelo que clama al cielo. Ya es hora de que la autoridad, o la Diputación, o quien sea, intervenga de una vez y exija al empresario, Diodoro Canorea, las responsabilidades que elude inveteradamente. Su actitud ya se sabe cuál es: tranquilidad absoluta; aquí no pasa nada. Pero, ¡qué rayos!, todo el mundo. y yo, estaríamos igual de tranquilos. y hasta más contentos que unas pascuas, con el dineral que se embolsa mediante la táctica de programar malo cambiar lo que le da la gana y no rendir cuentas al público. Este es el caso: la porquería de cartel que ofreció ayer tenía en taquilla los mismos precios que rigen para estos días adelante, con las primeras figuras que, por supuesto, cobran fuertes -honorarios. Y pues hubo un entradón, se tradujo en ganancia. Es decir, que se llevó el manso. Millones de pesetas a la talega, a cambio de nada prácticamente, de un festejo cuyo resultado fue tan lamentable como hacía suponer su planteamiento.

Mediada la corrida, el público se encrespó de mala manera, hubo lanzamiento de almohadillas y se coreó el nombre de Canorea unido a los gritos, ya escuchados otras tardes, de « ifuera, fuera! », y «¡a Sevilla, a Sevilla!». Pero él, tranquilo. Dirá: lo malo ya ha pasado, y ahora, con los vitis, paquirris, capeas, etcétera, nadie podrá decir que éstos no son toreros para Madrid. Mas el mal ya está hecho. Sobre indignar -y quizá echar de la plaza- a una afición competente, fiel y entusiasta, ha sumido en el desprestigio a una feria y a un coso cuya categoría máxima es mundialmente reconocida. Y esto no se puede hacer desde la impunidad, so pena de que estemos todos locos.

Los marinmarcos, era de esperar, salieron muy serios, mansos, broncos, duros, pegando «boj caos» y con olor a cloroformo, y los espadas dijeron que nanay, que el cloroformo ya no se usa. Es decir, se limitaron a despacharlos sin miramientos. Curro Fuentes, más sereno, responsable y torero que Manuel Rodríguez y Antonio Rojas, aliñó y mató bien a su primero; y al otro le intentó faena, con valor y técnica, pero este marinmarcos también era de cornada y no pudo haber lucimiento.

Todo empezó con la caballería rejonera, y resultó que Fermín Bohórquez le pegó el baño a Angel Peralta. Ver para creer. El caballero de La Puebla tuvo una actuación desafortunada, frente a un magnífico toro, mientras que el jerezano toreó y clavó con seguridad y limpieza a una res de su ganadería que también salió fácil. Tres pares en los medios fueron buenos, y en conjunto todo le salió bonito y medido. Después vendría la tarde aciaga, de la que ya hemos hecho mención. No pudo ser peor.

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