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Francia lanzará tres campañas para ahorrar energía

En Francia, a corto plazo al menos, las autoridades no estiman previsible el racionamiento de la energía. Pero desde hace una semana, múltiples rumores sobre el particular en el interior del país y la «desgracia» del plan-Carter en la Cámara de Representantes, destinado a reducir el consumo en EEUU, ha creado una atmósfera de incertidumbre real. Los responsables, por su parte, reiteran un día y otro que sólo tomarán cierto número de medidas para incitar al ahorro de gasolina y de energía doméstica o industrial.

El racionamiento, estima el ministro de Industria, André Giraud, crearía un mercado negro. Aumentar el precio sensiblemente (treinta pesetas el litro) «no sería democrático y, por añadidura, invitaría a los países productores a aumentar también el precio de sus brutos».Ahora bien, en Francia, como en el resto de Occidente, la amenaza de la penuria es un hecho. Y los poderes públicos han preparado ya un paquete de medidas que, de aquí al otoño, entrarán en vigor y que debieran convencer a los franceses de que ha llegado la era de la moderación. La primera operación, bautizada «conducir lentamente», será lanzada el próximo día 21 del mes en curso. También para forzar el ahorro de gasolina se va a realizar la «operación cuentagotas». Pero las autoridades aseguran que no se trata de un método disimulado de racionamiento, «sino que se pretente, simplemente, sensibilizar al público para que no despilfarre la gasolina». Una tercera operación, «carta gris», afectará al fuel doméstico: cada ciudadano será contabilizado por los responsables indicados, que en esta especie de cartilla de racionamiento, estipularán la temperatura de las calefacciones y el volumen de consumo. Todo ello, también, se anota sólo para estimular el ahorro. Esta campaña, relativa a la energía doméstica, estima el ministro de Industria que podría traducirse por una disminución de consumo del orden del 10%. En este dominio, más que por lo concerniente a la gasolina, parece ser que el Gobierno está decidido a limitar el gasto.

En resumen, de momento, Francia, ni liberará los precios, ni racionará la energía.

Pero las mismas autoridades advierten que, en un futuro más o menos inmediato, todo dependerá de la evolución de los dos factores que aquí se consideran esenciales: el despilfarro energético practicado por los americanos y la situación fluctuante de los países productores del Oriente Próximo. Si los primeros insisten en el superconsumo y si Arabia Saudita se pasara a la «revolución islárnica» del dios Jomeini, alterando con ello los precios y, sobre todo, las exportaciones de bruto, todo sería posible.

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