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Manifestación multitudinaria contra la energía nuclear en Washington

En lo que se califica ya como el mayor acto de protesta registrado en la capital norteamericana durante la última década, decenas de millares de manifestantes marcharon pacíficamente el domingo, desde la Casa Blanca hasta el Capitolio, para expresar su oposición a la energía nuclear y pedir el cierre de las centrales atómicas.

Mientras que la policía de Washington estimaba el número de participantes en la marcha antinuclear alrededor de 65.000, los organizadores de la misma calculaban unos 125.000 asistentes. Pese a estas diferencias existe unanimidad en considerar la manifestación del domingo como la mayor celebrada en la capital federal desde 1970, en pleno auge del movimiento contra la guerra de Vietnam y como el acto de protesta contra la energía atómica más multitudinario jamás registrado en Estados Unidos.El recuerdo de la oposición a la guerra del sureste asiático estaba presente entre los manifestantes, la inmensa mayoría de los cuales tenían menos de treinta años de edad, y la actriz Jane Fonda, una de las principales organizadoras de la manifestación, comenzó su discurso con un «es bonito estar aquí de nuevo».

Bajo un sol primaveral, millares de manifestantes se tendieron en la hierba, junto a la escalinata del Capitolio, y escucharon a una larga serie de oradores atacar duramente a la industria nuclear, alternándose con actuaciones de cantantes de rock. Un gran número de los participantes portaba pancartas antinucleares o vestía camisetas con leyendas alusivas al reciente accidente de Harrisburg, que fue el motivo primordial de la convocatoria y del éxito de la misma.

El gobernador del Estado de California y aspirante a la presidencia, Edmund Jerry Brown, enfundado en un terno impecable, se dirigió a los asistentes, en su gran mayoría descalzos y sin camisa, para decirles que «la adicción a la energía nuclear se ha convertido en algo patológico» y pedir públicamente una moratoria del plan nuclear por tiempo indefinido.

El conocido activista de color Dick Gregory, anunció que iniciará una huelga de hambre, que piensa mantener hasta que sean cerradas todas las centrales atómicas norteamericanas. El novelista Kurt Vonnegut recordó que se cumplía el aniversario del suicidio de Hitler y se refirió al suicidio que supone la energía atómica. La actriz Jane Fonda advirtió al presidente Carter que si no sustituye a su ministro de Energía, James Schlesinger, conocido abogado de la energía atómica, será reemplazado él mismo en las elecciones presidenciales de 1980.

Carter recibió el lunes a una comisión de manifestantes y dijo que cerrar las plantas nucleares es algo impensable, pero que él defiende la mejora de las garantías de seguridad en las centrales y la búsqueda de nuevas fuentes energéticas. Otras comisiones de manifestantes se entrevistaron con senadores y congresistas de sus estados para presionar en contra de la energía nuclear.

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Los organizadores de la marcha, a cuya convocatoria se sumaron más de cien grupos ecologistas y antinucleares, se declararon muy satisfechos del éxito y de la normalidad con que transcurrió la jornada y se refirieron a la manifestación como un acontecimiento histórico, que marca el comienzo de un movimiento popular de protesta en Estados Unidos contra la energía atómica, de la que, según las encuestas, son partidarios un 70 % de los norteamericanos.

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