Clausura de temporada con la sinfonía "Resurrección", de Mahler

No hace mucho escribíamos en estas páginas sobre la Coral San Juan Bautista, de Lejona, a propósito de su disco dedicado a obras de Antón Larrauri. Se trata de un conjunto admirable, social y musicalmente, que entronca con la gran tradición vasca, no sólo por la dedicación generosa a la música, sino, también, por las características vocales, apoyadas en una base de graves de gran consistencia y capaces de los registros más brillantes.Su actuación en Madrid, con la Orquesta Nacional, para cantar la segunda sinfonía de Mahler, bajo la dirección de Ros Marbá, merece los grandes aplausos recibidos, por seguridad de entonación, sentido rítmico y flexible disciplina. Que la visita a Madrid del coro lejonense tenga su origen, esta vez, en los problemas laborales y económicos existentes en el Coro Nacional, ni es materia de consideración crítica, ni debe rozar el trabajo de una centuria de personas que, robando tiempo a su descanso o encontrando en la música la vía más positiva para llenar de utilidad el ocio, desarrollan desde hace años una tarea ejemplar en todos los órdenes.

En cuanto a Ros Marbá, hizo la versión que suponíamos, pues no en vano es un contrastado intérprete de Mahler, sus raíces y sus consecuencias. Con un criterio expresivo que intensifica todos los meandros de la sinfonía Resurrección y, al mismo tiempo, les otorga luz, Antoni Ros nos llevó, como de la mano, por el inmenso bosque mahleriano. Yo diría que su última intencionalidad -como la misma música de Mahler- reside en un concepto wagneriano del sinfonismo dramático y de lo que podríamos denominar mística sonora.

Como contrastes, cuando el alma honda de lo popular que es el lied asoma su rostro, Ros acierta no con uno, sino con todos sus perfiles. Y a la hora de la grandiosidad sabe alcanzar máximas cotas, evitando, hasta donde es posible, la retórica. Quiero decir: sin añadir retoricismo propio al característico de Mahler.

Magníficas las dos solistas: nuestra Paloma Pérez Iñigo y la soviética Eugenia Gorojovskaia, tan contrastadas en el color como buscadoras de la unidad de estilo. Con director, solistas y coro, recogieron las ovaciones José Ignacio Sarría y Fina Folco, director y maestra de canto de la Coral San Juan Bautista, así como la organista Montserrat Torrent.