Solución aberrante
Esta carta no tiene más objeto que reflejar una actitud que está extendiéndose en las conversaciones de café y las discusiones de despacho, en relación con el problema de Euskadi. Con todas las matizaciones pertinentes, la calle, las gentes de mi entorno, profesionales, universitarios de clase media, se están radicalizando de modo irracional en relación a los vascos. Cada vez se oye con más insistencia la tesis de segregar las provincias vascas del resto de España, retirar la Policía Nacional, retirar el Ejército, retirar la Administración del Estado central, retirar los bancos, cortar las carreteras y el ferrocarril, los suministros de electricidad y de agua y establecer unos aranceles a la entrada de productos vascos en la meseta. En una palabra, transferir de modo radical y consecuente la administración y su responsabilidad a quien quiera sumirlas, sin, por supuesto, facilitar en nada la resolución de los problemas que se presentasen.Se supone que de esta forma el conjunto de la nación española puede desentenderse de un problema que pretende no asumir como suyo. Este enfoque podrá parecer aberrante, pero es sintomático del creciente antivasquismo que se está alimentando del antiespañolismo de muchos vascos.
Es posible que a Euskadi no le suponga ninguna ventaja el estar agrupado en la comunidad española. Lo que es cierto es que a la comunidad española Euskadi le representa cada vez menos ventajas. El cacareado acero se puede comprar en el mercado internacional a mejor precio, y la mayor parte de los productos característicos de la industria vasca se pueden adquirir en otros sitios sin gran quebranto.
¿Alquien allí es consciente de todo esto?
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.