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"Sobre el vicio, el amor y la melancolía"

Clausura del XVI Congreso de Filósofos Jóvenes

Julio Carabaña disertó sobre la fenomenología del vicio en las últimas jornadas del Congreso. «Vicioso -dijo - es un individuo cuyo cumplimiento personal se opone a los deberes impuestos por la sociedad. Así, el jugador arruina su familia y el bebedor no es capaz de trabajar. Pero hay individuos que tienen vicios sin llegar a ser vicios; es decir, que se quedan limitados a su esfera privada. El vicioso no es un loco, ni un enfermo, porque no somos responsables de la locura ni de la enfermedad. Por el contrario, el vicioso sí es siempre responsable de sus vicios. La sociedad define, pues, a los viciosos, ya que todos somos en principio virtuosos mientras cumplimos nuestros deberes sociales.»

Se podría confundir al vicioso con el delincuente y con el pecador, pero el vicioso no hace daño a nadie, como el delincuente; además, el delito es una categoría jurídica, así como el pecado lo es religiosa. El vicio es, en consecuencia. una conducta moral que todos reprobamos. Viciosos son los homosexuales, drogadictos, alcohólicos, viejos verdes, etcétera. Así Carabaña llega a una definición precisa y diferenciadora del vicio. Si el pecado es la alienación religiosa del vicio, como Marx la describió, el delito es la alienación juridicopolítica del vicio. Después explicó la autornarginación del vicioso, su doble vida, la dualidad de su personalidad. Dibujó la marginación social del vicioso en barrios especiales, en locales nocturnos. Así, la especialización del vicio crea la masonería de los viciosos. Y descubre en la obra de Freud «Totem y tabú» la explicación de esas prohibiciones éticas por las que una sociedad condena y expulsa de su seno a los viciosos. Por esta razón, el vicioso se convierte en «tabú», objeto peligroso, puesto que puede contaminar a toda la sociedad. Pero no es sólo la sociedad quien reprime al vicioso, el Estado reprime también el vicio y crea la rehabilitación del vicioso por el trabajo. Ahora bien, como demostró Foacault, la cárcel no elimina la delincuencia, ni el vicio: los reproduce. Hay una complicidad recíproca entre el Estado y el vicio. La policía colabora con los viciosos y éstos se convierten en confidentes, en efectivos funcionarios del Estado. El Estado, concluyó Carabaña, legitima el vicio al concentrarlo y marginarlo.Eduardo Subirats desarrolló su ponencia acerca de la Ilustración y el concepto que, tiene de ésta Feljoo. Para Subirats, la ilustración en España y en el contexto cultural del mismo no tiene idéntico sentido que la ilustración alemana o francesa. Sin embargo, es posible ver la ilustración en España a través de dos textos de Feijoo: El teatro crítico y Cartas eruditas. Habló de ambivalencia histórica en Feijoo y para probar esta tesis recordó una historia de la aparición milagrosa que publica en el texto primero de sus Cartas eruditas. La investigación que realiza Feijoo, sobre un supuesto milagro es importante, dice Subirats, porque institucionaliza de manera pública una teoría del conocimiento de tipo espiritista. Señala que Feijoo lleva a cabo una serie de operaciones epistemológicas destinadas a demostrar que tal milagro no existe. Con ello, Subirats señala el triunfo de las ciencias sobre la superstición y la aplicación de los esquemas físico-matemáticos a otras realidades.

"Símbolo y ley"

El profesor de la Sorbona Víctor Gómez Pin desarrolló en su conferencia el tema «Símbolo y ley». Nos propuso una lectura hegeliana de la obra de Freud. Comenzó por explicarnos que el símbolo es la representación de la palabra Y de la cosa, y la ley, la esencia, entendida en sentido hegeliano, como objeto pasado o perdido. En este sentido, nuestra más temprana y primitiva relación es con objetos que pueden estar tan presentes que forman parte de nosotros mismos. Así Freud cita el seno materno, al que el bebé se siente indisolublemente ligado. Pero cuando se produce la separación de ambos y surge e objeto distante, se crea una relación ambivalente: se quiere y se odia, a la vez, al objeto. Tenemos pues, una dialéctica originaria, primitiva, por la que el objeto crea el sujeto, y viceversa. Ahora bien, odiado o amado, podemos perder el objeto que nos hacía sujetos. ¿Qué ocurre entonces? Nace primero el duelo o aflicción, y, más tarde, la melancolía. El duelo es la reacción frente a la pérdida de la persona amada o de una abstracción cualquiera. Y cuanto más abstracta es la pérdida, más aflictivo es el duelo. Y del sentimiento normal, que es el duelo, se pasa a la melancolía, que es, para Freud, patológica. El duelo se caracteriza por el desinterés total por el mundo, pero este repliegue es estratégico y provisional, pues vuelve a enamorarse, con toda la energía de su líbido, de otro nuevo objeto. Por el contrario, el melancólico, al perder el interés por el mundo, no lo recupera jamás. Todo lo pierde para siempre. Como en el cuadro de Durero La Melancolía, para el melancólico, el mundo es un registro de objetos perdidos. Sin embargo, Romano Guardini definió la melancolía como una concentración de la tristeza,Como nos había explicado anteriormente Gómez Pin, todo amor de verdad es ambivalente: se odia y se ama a la par. El rebelde melancólico supera esta contradicción amorosa con su indiferencia neutral y objetiva. Pero este estado no se mantiene invariable y el melancólico vuelve a la fase primitiva y oral del amor, cuando el amor era una pura identificación.

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