El bono-bus, ¿obstáculo encubierto?
Después de las elecciones municipales se vienen publicando asiduamente, en EL PAIS y otros periódicos progresistas, artículos en los que se presagia un futuro difícil y escabroso a la nueva Corporación del Ayuntamiento de Madrid.La oportuna (para mí, inoportuna) aparición,de los bonos-bus, siete días antes de la nueva posesión de la Alcaldía, no hay que pensar mucho para ver que sus efectos van dirigidos contra los nuevos ediles, que heredarán un problema agravado previa y económicamente. No es que me oponga a la rebaja de precios del billete de autobús, que siempre ha sido el más caro de todos los colectivos con lo injusto en su discriminación de horarios para billete normal, ida y vuelta, festivo o nocturno, sino que que me sorprende que, después de que los organismos competentes de la EMT han venido aireando el profundo déficit que ésta tiene, hayan caído ahora en la cuenta de que la solución está en recaudar menos ingresos, así, sin más, sin mediar protestas del usuario, coincidiendo con un convenio colectivo de la EMT, que en todos los precedentes ha supuesto una subida de los billetes.
Personalmente, considero de justicia la implantación de estos bonos-bus, pero no deja de ser sospechosa esta resolución, que a mí se me figura el primer puñado de arena que se echa en el engranaje de la nueva corporación. Cuando la saliente ha tenido cuarenta años para adoptarla, ¿por qué no lo han hecho antes?
Quizá sea éste el primer acto electoral sta que hace la Corporación saliente para las próximas elecciones municipales, y para el nuevo Ayuntamiento no sea más que un anticipo de las zancadillas y obstáculos encubiertos, de todo tipo, que van a encontrar en el desarrollo de su esperanzadora gestión.
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