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Servicios públicos

«Nuestra sociedad, la sociedad española que formamos todos, es desde hace mucho tiempo, acaso desde siempre, un cuerpo prácticamente sin músculos ni reflejos, incapaz de reaccionar ante el intervencionismo estatal, las presiones de los partidos políticos o las maniobras de los activistas, interesados en objetivos que no suelen ser, precisamente, los del bien común. Nuestra sociedad aparece, y en este tiempo democrático resalta esta circunstancia más que nunca, como un organismo sin defensa, moldeable, que es utilizado impunemente e impunemente manejado.Así, tenemos el caso de los servicios públicos. Cuando van mal, la culpa es del Estado, o más concretamente del Gobierno de turno ( ... ).

La sociedad española no se ha identificado en ningún caso con esos servicios, y su ideal no pasa de ser una manifestación de egoísmo: quisiera tan sólo lo más posible o lo mejor, al precio más barato. Y con esta filosofía, con la que renuncia a ejercer cualquier tipo de influencia o de control, deja que sean atacados indiferentemente hasta el último momento, cuando casi todo resulta ya tarde.

El caso del servicio de Correos es aquí un caso absolutamente típico. Del servício de antaño, en que no valían las excusas, porque toda carta puesta en un buzón llegaba puntualmente a su destinatario, casi se ha pasado al extremo opuesto. ( ... )

Manifestar el apoyo de la sociedad a los mismos, tanto global como singularmente, no resulta tarea fácil, habida cuenta de la falta de musculación de nuestra estructura social, de la ausencia: en ella de la necesaria capacidad de reacción. Contamos con unas organizaciones de usuarios balbuceantes, tal vez limitadas por miras personales u oportunistas. Acaso ayude a esa toma de conciencia necesaría la creación del "ombudsman", del "hombre bueno", que atienda la defensa de los intereses sociales, mediando entre los usuarios, entre los miembros de la sociedad, y los intereses de poder que cristalizan en el Gobierno o en las municipios, pero no cabe contar con él corno un elemento definitivo. Debe ser la sociedad entera quien integre, en su propia escala de valores, la utilidad y el buen funcionamiento de los servicios públicos ( ... ).»

15 abril

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