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Calma en Nicaragua tras la retirada sandinista de Estelí

Salvo algunos focos aislados, localizados geográficamente en los puntos por donde los guerrilleros del Frente Sandinista pasan en su retirada hacia las montañas, la actividad bélica ha desaparecido en Nicaragua, después de la cruenta batalla de Estelí, ciudad que permaneció en poder del Frente durante seis días.

Ni la Cruz Roja ni la Guardia Nacional han informado sobre el número total de bajas producidas durante los enfrentamientos. Existe constancia, sin embargo, de que muchos civiles, mujeres y niños entre ellos, han perecido en los bombardeos con que el Ejército trató de romper la resistencia sandinista. Aunque en esta ocasión la Guardia Nacional ha empleado aviones en menor escala que durante la ofensiva de septiembre pasado, algunos testimonios señalan que las fuerzas de Somoza emplearon napalm en algunos lugares de Estelí.El dictador nicaragüense, entre tanto, regresó ayer, lunes, a Managua, después de una semana de vacaciones en Estados Unidos. En su lugar de descanso, Somoza ha sido muy locuaz y se ha mostrado muy seguro de su permanencia en el poder hasta las elecciones de 1981, «y aun después, si gano los comicios», según sus propias palabras.

En la última entrevista, concedida a una cadena de televisión norteamericana, Anastasio Somoza señaló que, después de los cambios de Gobierno producidos en Venezuela y Panamá, el Frente Sandinista ha perdido a sus tradicionales suministradores de armas, lo que producirá a corto plazo «una notable disminución de la actividad guerrillera».

Las declaraciones de Somoza incidieron, como siempre, en las acusaciones al hasta hace un mes presidente de Venezuela, Carlos Andrés Pérez, «Inspirador, de una conjura para derrocarme» y se lamentó que Estados Unidos, «nuestro tradicional aliado, haya abandonado a sus amigos de Nicaragua».

En el plano político, la recaptura de la ciudad de Estelí por las tropas de la Guardia Nacional ha restado fuerza a los intentos de la oposición para convocar una huelga nacional, similar a las realizadas en enero y septiembre del pasado año. A pesar de la generalizada oposición popular al régimen de Somoza, los dirigentes políticos constatan con preocupación cierto desaliento entre los nicaragüenses, decepcionados por el hecho de que, a pesar de los esfuerzos y del trágico saldo en vidas humanas que la lucha contra Somoza acumula en el país, la posición del dictador no parece quebrantarse.

Sin duda alguna, y así lo señalan los observadores, este conformismo de la población, esa fatalista resignación que parece cundir entre los ciudadanos, puede convertirse en el mejor aliado de Tacho Somoza para garantizar la continuidad de la dinastía familiar al frente del poder en Nicaragua.

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