Aborto, no

En el número del 23 de marzo se inserta el enjundioso artículo de A. G. P. «Defender la vida», que honra tanto a su autor como a la dirección de ese magnífico diario que es EL PAÍS. Criterios como el expuesto por A. G. P. se conjugan perfectamente con las realizaciones que por otro camino parece van a llevar a la promulgación de un estatuto del menor. Efectivamente, como dice A. G. P., formular defensas de la vida sólo hasta tal o cual hito de la vida real se convierte en una «gélida abstracción».Si al tiempo que este criterio y aquellas realizaciones contemplamos la reciente sentencia del Tribunal Supremo, en la que se define el derecho a la vida incluso por encima de la libertad religiosa y, al tiempo también, consideramos seriamente las reafirmaciones de la comisión deontológica del Colegio Oficial de Médicos, entre las que se encuentran que «desde el punto de vista científico la vida comienza en el momento de la fecundación ...», raquíticos criterios resultan ser aquellos que pretenden defender la vida humana al mismo tiempo que solicitan una legalidad permisiva del asesinato que, sin paliativos de terminología, es el aborto voluntario de esa incipiente vida humana.