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El amor como lucha contra el propio egoísmo

El arzobispo de Madrid, cardenal Tarancón , afirma que es inútil que nos empeñemos en hacer fácil el cristianismo, porque no lo es ni puede serlo, en el curso de una «carta cristiana» dedicada al Día del Amor Fraterno.El cardenal Tarancón, entre otras cosas, señala que «existe una diferencia importante entre el amor fácil" -lo que se entiende moralmente por amor en el mundo- y el "amor difícil" que nos predica Cristo, que debe alcanzar a los que nos quieren mal y que nos puede obligar algunas veces a olvidarnos de nosotros mismos a dar la vida, según la frase del maestro en beneficio de los otros».

«El amor cristiano ha de ser una lucha constante contra el propio egoísmo. Ha de procurar inspirarse en el bien de los demás. Ha de poner empeño en servir sin esperar la recompensa.»

«El Jueves Santo es el Día del Amor -señala el cardenal Tarancón-. De un amor de pura benevolencia, que es propio de Dios. Este es el ideal al que hemos de aspirar, aunque estemos seguros de que nunca podremos llegar a él mientras permanezcamos en este mundo y estemos sujetos a la servidumbre de nuestra naturaleza caída. La Iglesia ha querido que sea este el Día del Amor Fraterno para que tengamos presente la meta a la que hemos de aspirar amando a nuestros hermanos.

Es inútil que nos empeñemos en hacer fácil el cristianismo -concluye el arzobispo de Madrid-. No lo es ni puede serlo. No basta decir que amamos a Dios y que hagamos algunas obras, incluso verdaderos sacrificios y mortificaciones, para probarle nuestro amor. Si no nos empeñamos en amar así a nuestros hermanos, no somos cristianos; en verdad no amamos a Dios. Y ese esfuerzo constante para purificar nuestro amor -nuestro servicio a los hombres- no es nada fácil.»

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