Para que sea la última vez
«Los acontecimientos de la madrugada del miércoles en la plaza Mayor, las cargas de las Fuerzas de Orden Público contra la multitud de festejantes de la victoria de la izquierda en las elecciones a la alcaldía de Madrid, entre los que se encontraban significados miembros de la ejecutiva del PSOE, no son simplemente preocupantes y condenables por sí mismos, por el hecho de que se hayan producido, sino por la forma inequívoca con la que evocan un talante, un temperamento que es gravemente incompatible con el ejercicio de los más elementales derechos democráticos.¿Qué hubiera hecho el delegado gubernativo del señor ministro del Interior, es decir el señor Rosón, en caso de que el partido de Adolfo Suárez hubiera conseguido la alcaldía de Madrid y sus seguidores se hubieran reunido en alegre algarabía en la plaza Mayor de la Villa? Creemos que lo último que se le hubiera pasado por la mente habría sido ordenar una carga contra los entusiastas de UCD.
El problema, en la histórica noche en la que los socialístas se hicieron con las príncipales alcaldías de España, es el de que los de siempre, los gestores de la "dedocracia", habían perdido. Y para tantos de ellos es intolerable el acomodo a las realidades democráticas después de los largos años de permanencía en el poder.
Con un inefable derroche de imaginación, los responsables de la seguridad ciudadana sólo pensaron una cosa: a disolver tocan.
El día en que el orden público esté presidido por el más intransigente criterio democrático no hará falta que el señor Martín Villa relacione los incidentes de la plaza Mayor con el asesinato de un polícía, ocurrido también en la madrugada de ayer. Entonces, no sólo se podrá expresar la sana alegría de un triunfo electoral, aunque sea de izquierdas, sino que de una vez por todas quedará en claro, de forma tajante, la condena unánime de la ciudadanía contra los atentados políticos que no pretenden sino torpedear el proceso democrática
Hay que saber perder; sobre todo si se trata de jugar a la política. Lo que resulta inconcebible es que por toda explicación, el ministro del Interior califique los mencionados incidentes como "un pequeño tropiezo entre la Policía Nacional y algunos manifestantes"
5 abril
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