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"Sin la seriedad y el rigor, el socialismo está abocado al fracaso"

Pregunta. ¿Cuáles son las divergencias más importantes entre la línea política que usted representa y la de François Mitterrand?Respuesta. Entre mi moción y la de Mitterrand, efectivamente, existen algunas diferencias importantes, pero no llegan a imposibilitar nuestra cohabitación en el interior del Partido Socialista. Esas diferencias se refieren a las cuestiones siguientes: La manera de reconstruir nuestra alianza con el Partido Comunista. La apreciación de las dificultades económicas que debemos superar. Y, sobre todo, nuestra concepción (la del equipo Rocard) sobre el papel que debe jugar el Partido Socialista. A propósito de todas estas cuestiones, lamentamos que Mitterrand se contente con reafirmar nuestros objetivos sin reflexionar en los medios que conviene aplicar para realizarlos.

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P. ¿Qué significación le concede usted al congreso de Metz tras el fracaso «histórico» de la izquierda en marzo de 1978?

R. Para nosotros se trata de saber si el PS posee la voluntad y la capacidad para sacar las consecuencias del fracaso de la izquierda en marzo de 1978. Desde hace cien años, la izquierda francesa sólo ha ganado las elecciones, dos veces: en 1936 y en 1956, y en las dos ocasiones ha perdido el poder antes de finalizar la legislatura. Nosotros deseamos reflexionar más profundamente sobre las razones de esos fracasos y resumiré nuestra posición en los términos que siguen: el socialismo francés no ha sabido presentar un proyecto lo bastante original y creíble para convencer a los indecisos. Y, por añadidura, cada vez que Regó al poder, el socialismo francés nunca supo superar los problemas económicos por no haberlos abordado seriamente. En consecuencia, espero que el congreso sirva para alejarnos de nuestras malas costumbres y para afirmar sólidamente la originalidad del socialismo autogestionario, sin complejos respecto al Partido Comunista francés.

Evolución del PCF

P. ¿Estima usted que ha iniciado una etapa de declive, como lo piensan algunos, y en todo caso cómo ve usted la colaboración futura del PS con los comunistas?R. Creo, efectivamente, que el PCF, contrariamente al caso de otros partidos comunistas europeos, ha entrado en un período de declive. Un declive relativo, pero declive en todo caso, puesto que, hoy, es incapaz de progresar. Sus concepciones nacionalistas, centralizadoras estatales, ya no corresponden a las necesidades de hoy. Ahora bien, aparte de lo dicho, la unión con el PCF continúa siendo, para mí, una necesidad absoluta, porque nosotros no podremos transformar la sociedad francesa sin la participación activa del PC. Pero, para esto último, es necesario que ese partido evolucione. Pienso que ello es posible, a condición de que nosotros afirmemos claramente nuestras propias posiciones y de que convenzamos a todas las fuerzas sociales que desean el cambio.

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P. Usted sabe muy bien que, en su propio partido, algunos le acusan de socialdemócrata o neoliberal, padre de un economismo que, en definitiva, impediría a la izquierda romper con el capitalismo. ¿Cómo analiza esta cuestión, capital si la izquierda llegase al poder en Francia?

R. Me importan muy poco los procesos de intención de los que soy objeto. Mire usted, algunos hablan mucho de «ruptura», de «socialismo», pero no hacen nada para que esos bellos discursos se conviertan en realidades. Yo desconfío de las palabras y prefiero los actos. Todas las experiencias de la izquierda han fracasado porque ha subestimado los condicionamientos económicos. El que la izquierda llegue al poder, nacionalice una decena de empresas y eleve los bajos salarios, no quiere decir que vayan a cambiar las reglas del juego económico. Si yo soy un adepto de la seriedad, del rigor, es porque sin esto el socialismo está abocado al fracaso.

P. Veamos ahora, de una manera más general, el problema de la izquierda, en Occidente, al menos, la izquierda ha admitido la lucha por el socialismo en la libertad, es decir, en el marco que le ofrece la democracia burguesa. ¿Qué significa ser de izquierdas hoy y cómo avanzar hacia el socialismo?

R. Esta es, en efecto, la gran cuestión que hay que plantearse hoy. Acabo de explicarle que el fracaso de Chile, de Portugal, del Frente Popular, se debe, en gran parte, a la ignorancia de las leves económicas. Por el contrario, los países del Este europeo han zozobrado en la dictadura policial a causa de una lógica demasiado centralizadora. No hay socialismo sin igualdad y sin libertad, y no hay libertad si cada cosa depende del poder del Estado y del partido que lo ocupa. Yo creo que es posible reconciliar el socialismo con el rigor económico y con la libertad. Esto es lo que nosotros llamamos el socialismo autogestionario.

Buscar y decir la verdad

P. Usted, señor Rocard, recordó el otro día una frase de Jena Jaurés: «El coraje consiste en buscar la verdad y decirla.» ¿Cree usted que los partidos de izquierdas, en Francia, dicen la verdad, que con su funcionamiento actual responden a las necesidades de ciudadanos a los que se les considera maduros y, en consecuencia, que estos partidos deben practicar el electoralismo tal como lo hacen?R. Los partidos de izquierdas no mienten. Pero por falta de convicción, muy frecuentemente, tienden a acumular las promesas irrealizables o contradictorias. Por mi parte, estimo que se trata de una actitud peligrosa e ineficaz. Peligrosa, porque en cada ocasión conduce a la quiebra económica. Ineficaz, porque las mujeres y los hombres de hoy no creen en tales promesas. Yo pienso que es más honesto y más eficaz decir la verdad, incluso si ello necesita muchos más esfuerzos pedagógicos. En todo caso, es la actitud que yo he adoptado siempre.

P. ¿Qué piensa usted de esta sociedad francesa que a la hora de los sondeos de los institutos de opinión pública vota por la izquierda, pero cuando llega la hora de la verdad, muy prudentemente, devuelve a la derecha al poder?

R. La llegada de la izquierda al poder amedrenta. Esto, para los franceses, representa una cierta inseguridad. En las elecciones locales, como se acaba de ver en las cantonales recientes, los franceses, por el contrario, aprecian la acción de los elegidos de la izquierda. De esta contradicción es de la que nos hace falta salir. La culpa no es de la sociedad francesa. La culpa es de la izquierda, que, hasta aquí, no ha sido lo bastante convincente. Yo creo, verdaderamente, que el éxito es posible un día y lucho por que el Partido Socialista precise los medios para conseguirlo.

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