Moral social
«Estos días, los escándalos financieros aportan a la actualidad peligrosas frecuencias. No nos gusta a los hombres de la información cargar nuestras plumas en los tinteros del escándalo, porque, en definitiva, no hacemos sino verificar la ruindad instalada en el seno de las estructuras sociales, y, por otra parte, los reducidos métodos de defensa social con que se cuenta para eliminar posibilidades de estafa o de engaño. ( ... )Los males vienen de lejos. Sus raíces se afirmaron en unos cimientos en los que el provecho personal, la facilidad especulativa, la moral de los negocios fundamentada en la teoría del lucro sin limitaciones, la hipocresía social que impide el vivo y directo respeto que imponen los intereses de los demás sobre las responsabilidades individuales, eran todo ello carta de una corriente naturaleza sobre la que se asentaba la teoría del crecimiento y del desarrollo. Con el pasado más reciente a cuestas no será fácil culpar a la democracia de responsable en casos fraudulentos como los que estos días puebla la actualidad económica barcelonesa. Ya en los años del franquismo no faltaron casos similares, e incluso más trascendentes, que hubieran bastado para hundir un Gobierno y un régimen. ( ... )
Pero la alarma -y el caso Baret pudiera ser un paradigma- se constituye en el preciso momento en que los responsables de tales hechos punibles no tienen el menor embozo en proclamar sus "razones" para perpetrar semejantes desacatos. Es decir, se arma el proyecto de estafa, se perpetran los planes, se busca una cobertura justificativa y, en la última fase, se desenvaina toda una dialéctica de autojustificación y de encubrimiento de otros elementos que no comparecen, y a los que fantasmagóricamente se carga la suma de todas las responsabilidades. Es lo que gráficamente se describe como cabeza de turco. A la larga, casi todos los autores de estos delitos acaban por confesarse víctimas de los mismos (...).»
25 marzo
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