La asistencia sanitaria de Galicia no supera un nivel tercermundista
Si Galicia ha venido ocupando tradicionalmente los últimos lugares en las tablas indicativas del grado de bienestar de los españoles, no puede sorprender, dada la interdependencia entre desarrollo económico y desarrollo social, que sus habitantes dispongan de una asistencia sanitaria calificada unánimemente como deficiente por los profesionales y fuerzas políticas de esta región. Galicia cuenta con 3,26 camas hospitalarias por cada mil habitantes, mientras la media nacional es de 5,5. El personal sanitario colegiado es porcentualmente menor al de otras regiones españolas, con el agravante de que se encuentra instalada en los grandes núcleos de población. Su distribución desequilibrada provoca que en las dos provincias más deprimidas, Lugo y Orense, a cada médico le corresponde prestar asistencia a más de 2.000 personas, cuando estadísticas a nivel estatal asignan unos mil pacientes por médico. Escribe Juan Francisco Janeiro.
Los centros sanitarios de propiedad estatal, quince centros médico-quirúrgicos, cuatro hospitales para enfermedades del tórax y cuatro psiquiátricos, resultan insuficientes a juicio de diversos profesionales consultados por EL PAIS.Por estas causas y por la deficiente infraestructura de sus vías de comunicación, muchas aldeas de montaña carecen de carreteras y están obligadas a emplear sistemas de transporte medievales para trasladar a sus enfermos, Galicia supera las tasas nacionales de mortalidad por enfermedades cardiovasculares, tumores malignos y accidentes de tráfico. Los datos sobre mortalidad infantil y fallecimientos ocasionados por enfermedades infecciosas son propios de un país del Tercer Mundo.
Focos infecciosos endémicos
Entre las enfermedades infecciosas predominan las de transmisión oral, como las fiebres tifoideas y paratíficas, características de zonas con deficiente saneamiento ambiental. Particular importancia tiene la epidemia de meningitis que desde 1972 azota a la región, para cuya prevención no existen todavía vacunas adecuadas. Al parecer, su impacto comienza a remitir, aunque todavía ingresan semanalmente en el Hospital General de Galicia un promedio de siete personas, a quienes les ha sido diagnosticada esta enfermedad.Las deficientes condiciones higiénicas y el limitado equipamiento sanitario de la mayoría de las viviendas situadas en el medio rural son las causas que explican esta fuerte presencia de infecciones. Más de la mitad de estas casas no tienen agua corriente y no poseen servicios. Entre las que no sufren estas carencias predominan las que se surten de agua no clorada.
Junto a estas enfermedades existen otras que también afectan de forma particular a la población gallega: el reumatismo, producto, en gran medida, de las condiciones climáticas de la región, y el bocio.
Aunque los gallegos dedican a gastos de alimentación mayores porcentajes de sus presupuestos familiares que los habitantes de otras regiones, por su bajo nivel de renta se ven obligados a concentrar el consumo en alimentos de poca riqueza proteínica, pan, patatas, legumbres, etcétera. Estadísticas elaboradas por la Confederación Española de Cajas de Ahorro sitúan a las cuatro provincias gallegas en posiciones muy bajas, dentro del consumo nacional de carnes, pese a que la abundancia del producto es muy considerable. Esto explica las privaciones a que se ven abocados los agricultores para mantener un mínimo poder adquisitivo.
La mala alimentación es, a la vez, la clave de otra de las taras seculares de Galicia: el raquitismo. Aunque han mejorado de forma espectacular las características antropométricas en las generaciones jóvenes, los mozos gallegos todavía están por debajo de la talla media de los españoles, aunque pesan algo más que la mayoría de los habitantes del resto del Estado.
Curanderos y romerías
Para poner remedio a tanto mal, y pese a que la gran mayoría de la población está acogida a la Seguridad Social, todavía existen muchas personas que prefieren poner su salud a disposición de los curanderos o acuden ante imágenes de santos a los que la tradición ha concedido un supuesto poder curativo. Las prácticas curanderas tienen mayor número de partidarios entre los campesinos de las provincias de Lugo y Orense. El mayor rechazo, según una encuesta realizada hace algunos años, lo protagonizan los obreros de las grandes ciudades.Los curanderos, que a diferencia de los macineiros no practican la llamada medicina mágica, son personas a las que se considera capacitadas para curar determinados males. Los especializados en fracturas de huesos son conocidos por el nombre de componedor. Acostumbran a emplear medicamentos especiales preparados casi siempre con hojas, hierbas, raíces, cortezas de árboles, plumas de perdiz. Estos personajes, que reciben también los calificativos de sabios y brujos, son personas que han estado en la mayoría de los casos en contacto con la medicina práctica. Los médicos gallegos hablan de ellos con benevolencia. Según un especialista de Santiago, los curanderos son personas que han estado en la dad humana e inteligencia práctica que han prestado servicios estimables en zonas aisladas por la falta de comunicaciones.
Si todavía muchas personas acuden a los curanderos para tratar de aliviar sus enfermedades, no son menos las que con el mismo fin acuden a santuarios y romerías. El aspecto terapéutico es una de las características más distintivas de la religiosidad popular gallega. Los partidarios de esta medicina, que desde luego también visitan ambulatorios de la Seguridad Social, emplean sobre todo piedras, aguas santas y reliquias.
Existen fuentes consideradas en Santa Marina (Orense), A Escravitude y Santa Margarida de Montemayor (La Coruña). Según recoge Willian A. Christian, el pasar entre piedras para quitar maleficios se ve hoy día en San Benito de Coba de Lobo, donde pasan niños debajo de la piedra llamada tangarno y se deja su ropa o bien debajo de la piedra o bien ataca a arbustos, en La Barca, La Pastoriza y Santiaguiño do Monte. El uso de reliquias tiene su exponente máximo en el Corpiño, santuario situado a cuarenta kilómetros de Santiago de Compostela, al que diariamente son llevadas personas para curar el meigallo o mal de ojo.
Una situación tercermundista
Esta situación tercermundista de la sanidad gallega preocupa a las fuerzas políticas de la región. En los últimos meses, tras el anuncio de elecciones, se han venido presentando diversas alternativas para afrontar el problema. En breve plazo la Consejería de Sanidad y Seguridad Social de la Junta de Galicia presentará una extensa declaración programática en la que abogará, según anticipó a EL PAIS uno de sus responsables, por la comarcalización de la región gallega en áreas sanitarias, al tiempo que reclamará medíos técnicos adecuados para los ambulatorios situados en poblaciones pequeñas y propondrá la creación de centros de rehabilitación conexionados con la medicina primaria.El jefe de Sanidad de la provincia de Pontevedra, Francisco Javier Yuste Grijalba, diputado del PSOE por Palencia, ha elaborado un amplio plan para modificar la situación, consistente en promover una intensa campana de concienciación ciudadana, así como la adopción de medidas que permitan llegar a un ambiente que facilite la lucha contra las enfermedades biológicas. El diputado socialista propugna también un control biológico desde el nacimiento y una investigación de la patología nutricional. Los partidos nacionalistas agrupados en el Bloque Nacional Popular Galego defienden la socialización de la asistencia médica y piden la creación inmediata de ambulatorios en zonas rurales y la construcción de hospitales comarcales.
Un dirigente de la coalición Unidade Galega destacó, a preguntas de EL PAIS, la necesidad de elaborar un plan de salud para Galicia, que ha de partir de un detallado análisis de la tasa de mortalídad y morbilidad. Igualmente señaló la conveniencia de desarrollar cursos de formación y orientación sanitaria en el medio rural.
Por último, el Partido Comunista de Galicia propone la realización de un mapa sanitario que permita conocer exactamente los recursos disponibles y establecer un servicio nacional de salud integral que esté descentralizado, con una gestión democrática a todos los niveles.
Mañana: «Especulación turística en Baleares».
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