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Sentarse sobre los precios

Fuentes dignas de todo crédito aseguran que el todavía vicepresidente económico, Fernando Abril, ha vuelto a sentarse sobre los precios, obsesionado por mantener a toda costa la tasa de inflación de este año por debajo del 10% anunciado en el paquete de medidas complementarias al decreto-ley de rentas y salarios, promulgado en diciembre del pasado año, Aunque sólo Suárez lo sabe, son muchos los que auguran que Fernando Abril seguirá al frente de la vicepresidencia económica, al menos por el momento. Por ello, su actitud de estos días constituye algo más que una posición coyuntural. Es, previsiblemente, una auténtica avanzada de lo que puede ocurrir aquí en los próximos meses.El origen de la actitud del responsable de lo que ocurre desde hace trece meses en materia económica -y, sobre todo, de lo que no acontece- estriba en los resultados de las encuestas de enero y febrero. No parece, sin embargo, que vayan a ser tenidos en cuenta fenómenos tan importantes como el'descalabro petrolífero mundial, cuyas consecuencias han obligado a todos los países a revisar sus previsiones inflacionarias.

Insistir en que el momento económico es grave no es descubrir gran cosa. Es insistir en lo sabido, pero no por ello menos cierto. Este país precisa desde hace años afrontar con realismo y responsabilidad seis reformas esenciales: sistema financiero, relaciones laborales, Administración pública, Seguridad Social, reestructuración industrial y modelo energético. Ya sea por este mismo orden de prioridad o simultáneamente. Una séptima reforma, la fiscal, era igualmente necesaria y, hasta ahora, es la única emprendida. El conjunto propuesto es, ni más ni menos, el ya abordado por los países occidentales. Afrontar estas reformas de inmediato constituye, aunque con evidente retraso, la única alternativa real de futuro que a este país le queda.

Sentarse sobre el índice de precíos, negando sistemíticamente elevaciones de todo punto fundamentales, es recurrir a la táctica pueril de no acudir al examen por no llevar la lección aprendida. La inflación es, ciertameilte, nuestro principal problema económico y causa esencial de ese grave mal social que es el paro, pero no es desde la Junta Superior de Precios, o mediante el arbitrismo subterráneo de una política de presiones y amenazas desde donde debe combatirse. Ni desde el Instituto Nacional de Estadística, donde acaba de producirse el relevo de su director general, al parecer enfrentado al vicepresidente económico por dar a la publicidad los datos de crecimiento de precios del pasado mes de enero.

Si, a pesar del ensobrecimiento derivado de su triunfo electoral, los rriáximos dirigentes de UCD están dispuestos a convertir en realidad esa falacia electoral de que «UCD cumple», deberán utilizar los instrumentos necesarios para que exista en este país, de una vez por todas, una auténtica política económica.

Más que sentarse sobre los precios, el señor Abril haría mejor diseñarido y, posteriormente, aplicando una auténtica política económica y si no, debería ceder su asiento.

El índice de precios, aparentemente un dato macroeconómico más, ha provocado en este país señaladas crisis. El maestro de planificación indicativa, López Rodó, mantuvo malas relaciones con este parámetro, y el señor Osorio, responsable de la política económica años atrás, tampoco se llevó bien con este discreto índice y trató de someterle al silencio. El señor Abril puede correr la misma suerte.

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